El agua y su impacto en los derechos humanos

El 22 de marzo, en que se conmemora el Día Mundial del Agua, es un momento propicio para reflexionar y asumir la enorme tarea que tenemos para que las nuevas generaciones gocen de este vital líquido en el presente y el futuro

2149

RUTH PADILLA MUÑOZ*

El agua, en tanto líquido vital para los seres vivos, fue declarada en 2010 como un derecho humano por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en beneficio de la salud, la dignidad y la prosperidad de miles de millones de personas.

Sin embargo, el agua es un recurso limitado y su escasez afecta al 40 por ciento de los habitantes del planeta. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de continuar con los patrones de consumo actuales, en 2025 dos tercios de la población mundial podrían estar viviendo en países con estrés hídrico.

Distintos factores han generado la falta de este recurso natural. La agricultura es uno de sectores productivos donde se gasta la mayor cantidad de agua, ya que representa casi un 70% del consumo y en algunos países hasta un 95%, por lo que se debe ser más eficiente en el uso del agua, desde la elección del cultivo, el tipo de riego o el producto. Por ejemplo, un kilo de lentejas necesita mil 250 litros de agua y producir un kilo de carne de vacuno 13 mil litros.

El cambio climático, con las sequías y la subida de las temperaturas es otro factor que incrementa las necesidades del consumo del agua, en este sentido la ONU señala que si se limitara el aumento del calentamiento global a 1.5°C por encima de los niveles preindustriales, la sequía causada por el clima se reduciría hasta en un 50%.

En México, de acuerdo con el Consejo Nacional del Agua (CONAGUA), el consumo del agua se destina principalmente al sector agrícola con un 76%, a las termoeléctricas se destina un 4.7%, un 14.4% es para abastecimiento público y 4.9% para la industria autoabastecida.

Un problema fuerte que tiene el país es la cobertura y saneamiento de las aguas residuales. Aunque la cobertura de agua entubada es de 95.3%, el 4.7 % restante, que significan 5.67 millones de personas, no tuvo acceso a este servicio en 2017; por otra parte, el saneamiento y alcantarillado tenían una cobertura de 92.8% a nivel nacional, sin embargo, en la zona rural era de solo 77.5%. Es necesario señalar que, en general, la calidad del agua entubada no es la deseable.

Por otra parte, de acuerdo con el monitoreo realizado en 2017 por la CONAGUA en cuerpos de agua superficiales, los indicadores de Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO) y Demanda Química de Oxígeno (DQO) (que muestran la cantidad de materia orgánica en los cuerpos de agua provenientes principalmente de descargas de aguas residuales) revelaron que un 53.6% del agua es excelente, 12.9% de buena calidad, 23% es aceptable y 10.5% está contaminada y fuertemente contaminada conforme al índice DBO, mientras que con el índice DQO fueron del 18% en la categoría de excelente y 33.5% con contaminación y fuertemente contaminada.

No sólo se requiere contar con la disponibilidad del agua para garantizar este derecho humano, es indispensable que el vital líquido sea aceptable, accesible y de calidad para su uso y consumo, dentro de una política sustentable de gestión integral del agua.

El 22 de marzo, en que se conmemora el Día Mundial del Agua, es un día para reflexionar y asumir la enorme tarea que tenemos para que las nuevas generaciones gocen de este vital líquido en el presente y el futuro.

*Rectora del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías

Artículo anteriorCruciales los próximos cinco días para contener contagios por coronavirus
Artículo siguienteInformación sobre Covid-19 desde Biblioteca digital UdeG