Martes 15 de Abril de 2025

Martes 15 de Abril de 2025

Donde casi nadie entra, la ciencia respira

En  en CUCI hay lugares llenos de vida, historia y oportunidades que esperan ser explorados, como el Laboratorio de Biotecnología vegetal, en que el conocimiento se convierte en magia

Caminar por la mayoría de centros de la red de la Universidad de Guadalajara siempre es un disfrute si te gusta pasear al aire libre y sentir la luz del sol mientras recorres el camino para llegar a tu clase, práctica o taller, pues una característica de estos campus es que están adaptados para que, más que edificios, sea la naturaleza quien te acompañe en tu vida universitaria.

En cada edificio del Centro Universitario de la Ciénega, en Ocotlán, se respira la esencia profesional de la carrera que mayormente ahí se imparte: el edificio de derecho, de psicología y de periodismo, o el de medicina, incluso los espacios destinados a los idiomas. Y en medio de este conjunto arquitectónico de aprendizaje, hay también edificios que casi ningún estudiante ha pisado.

Es el caso del Laboratorio de Biotecnología vegetal, un edificio que incluso a su alrededor parece olvidado, pues está rodeado de pasto y plantas que alcanzan más de un metro de altura, como si a lo largo del tiempo no se hubieran podado. Pero detrás de esa apariencia se esconden prácticas donde ocurre lo inesperado, donde la ciencia se convierte en magia.

En realidad, entre sus muros no funciona un solo espacio, sino tres: el laboratorio de Biotecnología vegetal, el de Biología molecular vegetal y el de Fisicoquímica. Cada uno con equipos y dinámicas propias, forman un pequeño complejo científico dentro del centro universitario, donde se cruzan la investigación básica, la experimentación aplicada y la formación de estudiantes de diferentes carreras.

Camino al lugar, te reciben algunos encharcamientos en zonas de drenaje que ya incluso se han convertido en hábitat de pequeños peces. Conforme avanzas y atraviesas la maleza, un sendero te conduce a un edificio azul que parece confundirse con el cielo. A veces la puerta principal está abierta; si no, se puede rodear hasta la entrada lateral, donde un pasillo verde, adornado con fotografías científicas de lo que a  simple vista parecen ser plantas, te da la bienvenida.

Al fondo, entre salas silenciosas y recipientes que resguardan vida vegetal, está el laboratorio donde los estudiantes realizan su magia. 

“Antes de mi práctica no conocía este edificio; lo descubrí gracias a mi maestro de Biología molecular (Emmanuel Reyes) en segundo semestre, quien nos llevó a realizar una práctica de electroforesis. Me sorprendió mucho esta técnica, pues era algo que apenas había leído y que no conocía antes. Fue una experiencia nueva que, en realidad, no nos tocaba tanto a nosotros como futuros médicos, y me gustó que nos involucrara en la parte más de investigación y en todo el proceso que se hace antes de obtener los resultados que los médicos usan en la práctica diaria”, cuenta Andrea Ochoa, estudiante de Medicina.

Otra perspectiva es la de Irving Rojas, estudiante de Ingeniería química: “Antes de mis prácticas realmente no tenía mucho conocimiento del edificio ni de lo que se hacía ahí. Lo conocí porque nos dieron un curso de fitoquímicos. Me sorprendió que está bastante grande (…) y tiene un equipo muy bueno «, relata.

Aunque el laboratorio se mantiene activo, para muchos estudiantes del centro sigue siendo un espacio desconocido, casi invisible en la rutina universitaria. “Llevo casi cuatro años en el centro y jamás he entrado a ese laboratorio”, confiesa Jorge Ramírez, estudiante de Psicología. “La verdad ni siquiera sabía bien qué hacían ahí, siempre lo veía de lejos, rodeado de pasto, y pensaba que estaba abandonado”.

Desde otra sede llegó también María del Carmen Vargas, egresada de Agrobiotecnología en el CUCI La Barca. Apenas en su segunda visita al campus de Ocotlán conoció el laboratorio, donde realizó prácticas de Ingeniería ambiental y Biotecnología vegetal. 

Ahí realizó prácticas donde aprendió la extracción de compuestos en vegetales. “Lo que más me sorprendió fue que había más equipo y cómo se manejan rápido las cosas ahí”, comenta.

Entre la maleza, los charcos y los pasillos silenciosos, este lugar nos recuerda que la curiosidad y el conocimiento muchas veces se esconden donde menos lo esperamos. Lo que para algunos pasa inadvertido, para otros es un espacio de descubrimiento y aprendizaje profundo. Ese contraste entre “olvido” y maravilla refleja la esencia de la universidad: lugares llenos de vida, historia y oportunidades que esperan ser explorados, invitando a quienes caminan por sus senderos a detenerse, mirar más de cerca y dejarse sorprender.

 

Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor de La gaceta de la Universidad de Guadalajara.

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