Martes 15 de Abril de 2025

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Donde nace la vocación: estudiar medicina cambia vidas

En el marco del Día del Médico en México, estudiantes de Medicina del Centro Universitario de Tonalá nos comparten cómo cambió su vida desde el momento en que decidieron dedicarse al arte de sanar

Para la mayoría de los estudiantes, la carrera de Medicina es mucho más que una elección académica: significa un estilo de vida.

“Estudiar medicina transformó la manera en la que veo al mundo, a las personas y al propósito de cada uno”, expresa Fátima Ruiz, quien considera que esta disciplina convierte “el conocimiento en alivio, la ciencia en consuelo y el cansancio en propósito”.

Su testimonio nos muestra la profundidad de una carrera exigente en compromiso y que, poco a poco, redefine la forma en que los jóvenes estudiantes perciben el sufrimiento, la empatía y la esperanza.

Del sacrificio nace el amor

Largas jornadas, cansancio y exigencias son parte del día a día para quienes estudian medicina. Dayana Carolina García Aranda describe mejor el cómo un cambio de ritmo lo transforma todo: “Desde que decidí estudiar esta carrera, comprendí que no solo estaba eligiendo una profesión, sino un estilo de vida completamente diferente. Los fines de semana se llenaron de libros, y los días comenzaron a girar en torno a pacientes, clases y guardias”.

Dayana admite que adaptarse no fue fácil: “La competencia, las largas jornadas y la presión constante pusieron a prueba mi fortaleza mental y emocional”, relata. Sin embargo, con el tiempo, descubrió que “la medicina no solo forma médicos, sino personas resilientes y empáticas”.

Amigos, esfuerzo y propósito

El equilibrio entre la vida personal y el estudio también se vuelve un aprendizaje esencial. A Karol Morales esta carrera le enseñó a disfrutar del proceso: “He aprendido a encontrar un equilibrio entre la responsabilidad que exige la carrera y mi vida personal. Mis amigos han sido una parte fundamental, porque compartir el camino lo hace más llevadero”.

En la misma línea, Antonio de Jesús Pérez Frausto compara el camino médico con “una montaña rusa de emociones”:

“Hay días donde sientes que puedes con todo y otros en los que dudas de ti. Pero es ahí donde realmente te forjas.”

Lecciones que van más allá del conocimiento.

La medicina no solo trata de moldear un pensamiento científico, sino que también impulsa el autoconocimiento. Anahí Maya nos confiesa que, gracias a la carrera, aprendió tanto de los demás como a explorarse a sí misma.

“Descubrí cosas de mí que no sabía, como nuevos miedos o habilidades. Es una experiencia llena de matices y muy retadora, pero no la cambiaría por nada”.

Por su parte, Hermes Uribe Michel asegura que estudiar medicina le dio un giro de 180 grados a su vida: “Me ha hecho una persona capaz de superar retos que años atrás nunca creí pasar. Me ha enseñado a ser una mejor versión de mí y a formarme para hacer el bien”.

Empatía, el verdadero corazón del médico

Para muchos, la enseñanza más importante no es algo que se pueda encontrar en enciclopedias o libros, sino en el trato con las personas. Romina Hervella nos lo menciona con más claridad: “Ahora veo más allá de una enfermedad. Entiendo el contexto en el que vive la persona enferma y cómo todo influye en que se recupere o empeore. No me imagino haciendo otra cosa, me encanta cada parte de ella”.

Para algunos estudiantes la medicina no solo significa adquirir conocimiento, sino también descubrir la esencia misma de la empatía. Gabriel Ozuna, alumno del CUTonalá, relata que esta carrera ha influido en su vida “en todos los aspectos”.

Su vivencia durante una guardia en la Cruz Verde marcó su visión del oficio médico.

“El jueves pasado, mientras estaba con mi compañero Edgar en una guardia, llegó Vicente, un niño de ocho años que había viajado en bicicleta desde El Salto hasta Jauja, Tonalá, a las dos de la mañana, buscando un antídoto para una picadura de alacrán. Recorrió más de 15 kilómetros con su padre por la carretera”.

Tras recibir el tratamiento, el pequeño se recuperó y volvió a casa junto a su papá. “A eso me refiero cuando digo que la medicina te enseña más que conocimientos: te regala experiencias que te llenan de humanidad, empatía y amor al ser humano”, reflexiona Gabriel.

Más que una profesión, una forma de servir

Ser médico implica dudas, sacrificios, desvelos, dolor, pero también significa la construcción de una vocación que trasciende más allá de los libros, incluso más allá del quirófano o las salas de espera. En cada historia se repite la misma idea: la medicina transforma la manera en que se ve la vida y enseña a acompañar al otro con empatía.

“No hay mayor privilegio que poder acompañar y ayudar a otro ser humano”, concluye Fátima Ruiz, recordando que, detrás de cada bata blanca, hay un corazón que late al ritmo de la vocación.

Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor de La gaceta de la Universidad de Guadalajara.

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