“Me tocó dejar el portafolio y cambiarlo por el delantal”, recordó Sonia Montero Villanueva, chef responsable de la Cafetería Central By Sonia del CUTlaquepaque. Porque su sueño era convertirse en diplomática.
La chef estudió Relaciones internacionales en la Universidad de Guadalajara y luego viajó a Nueva York para perfeccionar su inglés. Allá descubrió una ventana inesperada: la gastronomía como puente cultural.
“Descubrí que había una rama cultural de la diplomacia, que es la gastrodiplomacia. Me interesé tanto con la posibilidad de que, en las cenas de negocios internacionales, es posible llegar a acuerdos; como decía Hillary Clinton: si traes a un buen chef, tendrás un buen tratado”, dijo.
Sonia permaneció cuatro años en Nueva York. Tuvo contacto con cocinas de todo el mundo. Allá se despertó una vocación que ya había germinado con sus abuelos: los sabores con memoria. Regresó a México después de los atentados del 11 de septiembre y, desde entonces, se volcó a la cocina profesional.
“Yo soñaba con ser diplomática, tener un consulado en algún lugar, pero después descubrí que, a través de la gastronomía, podía entregar el corazón, el amor y la pasión con los productos y los platillos”, dijo.
Su carrera en Guadalajara comenzó con un restaurante italiano y después se consolidó como chef ejecutiva en Tinto y blanco, donde servía platillos a clientes frecuentes como al «licenciado».
“A Raúl Padilla siempre le gustaba sentarse en la mesa diez. Y pedía muchísimo el atún en salsa de soya y un vino, el Montepulciano”, recuerda con una sonrisa.
De la cocina encontró otro nicho, la docencia. Inició en la Universidad Autónoma de Guadalajara, donde alentó a jóvenes que terminaron ganando concursos internacionales de cocina.
“Me decían: ‘no sabemos cocinar’. Yo les respondía: ‘¿cómo no? Todo el mundo sabe cocinar’. Luego preparaban sus platillos y al rato hacían cosas increíbles. Algunos se fueron a concursos a Valencia donde obtuvieron los primeros lugares”, relató.
Después pasó a la Escuela Culinaria Internacional y, finalmente, a la Universidad de Guadalajara, donde organizó festivales como el de Japón en CUCEA.
Convencida de que México posee una riqueza cultural y culinaria sin comparación, la chef Sonia insiste en recalcar la abundancia gastronómica del país.
“A nuestro México no le ganan: tenemos desierto, mar, bosque; todos los ingredientes del mundo se dan aquí”.
Es una diversidad que alimenta la pasión con la que transmite la tradición a nuevas generaciones y que también nutre su cocina cotidiana, como el emblema de la cocina mexicana: los chiles en nogada.