Carlos Pérez Beltrán

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Ciencia y arte se relacionan entre sí y ambas son esenciales para el buen desempeño del trabajo científico. Es falso que una esté divorciada de la otra. Por lo menos de eso está convencido Carlos Pérez Beltrán, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Este científico estudió biología experimental, letras hispánicas y filosofía de la ciencia, en la UNAM y la Universidad de Cambridge. Es historiador de la ciencia y divulgador de la misma. Ha sido poeta, redactor, traductor, ensayista y escritor sobre artes plásticas. En una charla con La gaceta habló sobre arte y ciencia. Los puntos de coincidencia y los mitos que de éstas se han tejido.
Para Carlos Pérez la ciencia es una institución, una organización diversa y compleja que los seres humanos han producido. Es un sistema de producción de conocimientos sobre el mundo natural, cambiante y diversificado.

¿La ciencia cómo puede en un momento dado conectarse con el arte?
La pregunta misma encierra una percepción un poco acartonada de que la ciencia y el arte suelen naturalmente estar desconectados. Creo que es algo irreal. Quizá la especialización y la sensación de que no podemos abarcar como individuos más que pequeños fragmentos de esas realidades, es lo que nos hacen ver o percibir que son realidades completamente desconectadas, pero no lo son. De algún modo lo que llamamos ciencia y arte son actividades humanas que responden a impulsos, necesidades y búsquedas similares.
Los individuos podemos simultáneamente estar en contacto con lo que las ciencias hacen y dicen del universo y con lo que el arte afirma de la condición humana. Ambos tipos de mensaje tienen relación entre sí. Hay quienes utilizan lo que las artes generan, como intuiciones, percepciones y descubrimientos, para enriquecer lo que la ciencia se propone, para aumentar sus conocimientos y capacidad de intervención en el mundo. También hay artistas curiosos que suelen trasladar conocimientos, propuestas, ideas, nociones, estrategias, preguntas del ámbito de la ciencia a las artes, para enriquecer su actividad.
La ciencia es omnívora, se pregunta sobre el porqué y el cómo del funcionamiento de todo tipo de sistemas físicos, sociales, psicológicos, incluyendo las artes. Las ciencias y las artes están intrincadamente conectadas.

¿Por qué existe la creencia de que la ciencia y el arte están divorciadas?
Tiene que ver con el nivel de especialización que ha adquirido la ciencia y el arte a lo largo del siglo XX y la manera en que nos hemos vuelto ignorantes cuando nos especializamos y no estudiamos lo que queda fuera de nuestro interés. Desdeñar es una reacción psicológica común. También tiene que ver con la pedagogía, con la manera en que se enseñan los dos tipos de conocimiento. En las escuelas los niños tienden a percibir a las ciencias y a las artes como espacios diametralmente opuestos. No creo que se haga un esfuerzo por hacer ver que dentro de la cultura occidental hay una matriz común, que es el origen tanto de las ciencias como del arte.

¿Cómo se llegó, desde un punto de vista histórico, a la conclusión de que la ciencia y el arte son dos mundos separados?
La especialización que se dio a partir de los siglos XVIII y XIX en occidente influyó en ello. Ésta ha ocasionado que en la actualidad veamos a los individuos como metidos en pequeños cajoncitos. Entonces uno es biólogo, otro químico, otro físico, otro astrónomo, otro poeta… Cada quien debe tener su pequeño lugar, pero olvidamos que eso es un artificio y que nada nos impide movernos entre fronteras, sin respetar esa especie de aduanas. Por lo tanto, si queremos abordar varios espacios y poseer varias identidades, hagámoslo.

¿Qué tan subjetiva es la ciencia y qué tan objetivo puede ser el arte?
Tanto ciencia como arte tienen dosis cambiantes de esas dos propiedades. La objetividad y subjetividad cambian a lo largo de la historia y en distintos contextos y disciplinas. Hay varias formas de objetividad.
Creo que el valor de la objetividad, que es un gran valor de la ciencia, nos ha llevado a reconocer, facturar y diversificar, de modo que hoy podemos ser objetivos de muchas maneras distintas. Podemos ser objetivos para describir con palabras, tratando de escoger las adecuadas. Podemos ser objetivos articulando mecanismos de observación, con sistemas de producción de imágenes, poniendo en común la evidencia que observando con teorías.
La objetividad puede estar en el arte cuando un artista consigue representar de un modo que todos podamos reconocer alguna sensación o impresión. También hay subjetividad, porque las percepciones son de los sujetos con perspectivas singulares. De la misma manera, cuando en la ciencia hay espacios para el estilo individual, para que alguien marque una diferencia y uno pueda reconocer que una ecuación o una teoría tienen un sello individual, en esos casos hay una marca clara de subjetividad.

¿Hasta qué punto el científico puede echar mano del arte?
Creo que echa mano del arte quiera o no quiera: el arte entendido como esa capacidad de hacer que la materia se acomode a lo que nuestros deseos o nuestra subjetividad quieren. Hay arte en la buena experimentación, en la buena calibración de un instrumento, en la intuición que se tiene al leer un aparato científico, en la concepción del diseño experimental.
Un científico que tiene una conversación íntima con el arte y se deja afectar por la expresión artística, ya sea la música, pintura, literatura, etcétera, desarrolla necesariamente habilidades sensuales e intuitivas que le tienen que servir en su trabajo.

¿Qué pasa con el científico que hace a un lado el arte?
Es muy triste. A veces a ello los obliga la realidad. La presión por producir y el estar siempre metido en los estrechos límites de un laboratorio o de un gabinete o un trabajo de campo, ocasionan que cancele toda una dimensión de lo que es la experiencia de vida, muy útil a la práctica científica. Charles Darwin decía en su autobiografía que había dejado de disfrutar de la música y de la poesía por haberse convertido en una especie de fábrica de hipótesis y de teorías, una máquina de pensar. Lo dice con tristeza, como si hubiera perdido algo que tuvo en su juventud.

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