Rosalba Espinoza

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Rosalba Espinoza abre los periódicos todos los días, a la hora del desayuno. No puede estar sin informarse. Así llegó por principio al tema de la pederastia, que es el eje temático de Pérdida de la luz, una exposición compuesta de óleos, instalación y video que se exhibe en el espacio La Cura del Museo de las Artes hasta el 27 de febrero. Sutiles, silenciosas y atroces, las imágenes destilan el mismo mensaje sórdido pero necesario que las investigaciones periodísticas de Lydia Cacho y Sanjuana Martínez sobre la alarmante impunidad y práctica del abuso sexual a niños en nuestro país. La muestra se puede visitar de 10:00 hasta las 15:00 horas los domingos y de martes a viernes, y especialmente los viernes, cuando Rosalba se presenta como anfitriona.

Reacción
Ha habido reacciones fuertes. Algunas personas no han querido entrar. Vino una familia con sus hijos y cuando les expliqué que el tema era el abuso sexual a menores, no quisieron entrar. Les dije que si querían podían pasar sin los niños, y me contestaron que no, que no les interesaba el tema. Y el tema debería interesarnos, porque no tenemos la cultura de la prevención. Debe existir la información hacia los niños, porque un evento así rompe su vida.

Tiempo
Empecé a pintar en 1998, se puede decir que mi trayectoria no es muy larga, que empecé algo tarde. Fue una necesidad de caminar, caminar, caminar y de experimentar la que me llevó a ser una artista visual, porque más que una pintora me considero una artista visual. Me empecé a ver a mí misma, a desnudarme, a hurgar dentro de mí, a reconocer las emociones que se provocan en mí a partir de los estímulos externos. Y así empecé a expresarlo. Al principio me molestaba no haberme decidido antes a hacerlo, pero ahora creo que todos tenemos nuestro momento para empezar y que toda el bagaje anterior me ha dado herramientas emocionales para lograrlo. Creo que todo mundo comenzamos cuando debemos de comenzar, ya lo asimilé.

Indignación
En 2007 empecé a leer en los periódicos sobre este tema, sobre el caso Maciel, y a informarme más. En 2008 empecé a trabajar en Pérdida de la luz. El detonante fue la furia. Y después de la indignación vino la acción. Porque tengo clara conciencia de mi responsabilidad social, aunque no soy psicóloga ni hago las leyes, pero soy artista y tengo esta herramienta para denunciar lo que a mí me parece injusto, este daño, este dolor. Ahora que lo pienso, el enojo es la chispa que me pone a trabajar y me hace solucionar cosas. A veces cuando tengo bronca para terminar un cuadro me enojo y, ya luego, cuando se me pasa, viene la solución.

Figura y realidad
Con lo que yo trabajo es definitivamente la figura, aunque no me gusta el hiperrealismo, no es mi búsqueda. Lo que sí es que se me da mucho el retrato de manera natural. Así que abordé estas imágenes de manera más realista para hacer énfasis en el hecho de que esos niños existen, de que esos niños sufren y viven cerca de nosotros: son reales. Mi búsqueda es la expresión, especialmente en la mirada porque ¿cómo trabajar este tema tan escabroso?, ¿cómo representarlo? Pues a través de los sentimientos de los niños. Por eso soy muy rigurosa con la expresión, pero con una libertad que el hiperrrealismo no permite.

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