Mirar al otro

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“Soy trans y no nací en un cuerpo equivocado, sino en una sociedad equivocada que se mete en mi libertad de decidir quién y cómo quiero ser”; este es uno de los mensajes que se leen en la página web de la asociación civil jalisciense Impulso Trans que lucha por los derechos de los transexuales en la entidad.

Hace apenas un mes Izack Alberto Zacarías, director de la AC, solicitaba apoyo para impulsar la iniciativa “Por el derecho a un nombre”, con la que se busca que nuestro estado aplique la ley federal que hasta el momento sólo opera en la Ciudad de México, y con la que las personas transexuales pueden obtener toda su documentación con la identidad de género deseada. Izack es un joven activista que además participa en el proyecto La mirada extranjera, una instalación escénica resultado del proceso de investigación-creación que encabeza Gabriel Yépez y que se presenta hoy lunes por última vez en el Laboratorio de Arte Variedades, LARVA.

En la última década del siglo pasado las aportaciones teóricas de estudiosos como Judith Buttler y Paul B. Preciado modificaron sensiblemente el centro de gravedad de los conceptos sexo y género para reconocer la disidencia sexual, confrontar la estigmatización de las identidades y reconocer la opción sexual distinta como un derecho humano.

Yépez, quien actualmente es director de Artes Vivas del Museo Universitario del Chopo, en la Ciudad de México, tiene un camino como creador escénico e investigador y nos comparte el origen y sentido de La mirada extranjera: “Este trabajo nació de un proceso de investigación y creación que estoy construyendo desde 2007 y que nació en París. Yo vivía en un barrio donde también habitaba una comunidad transgénero y colaboré con una asociación que trabajaba con personas dedicadas a la prostitución. Luego de algunos años retomé aquella experiencia y junto a la creadora escénica uruguaya Tamara Cubas pudimos armar este trabajo en Rivera, Uruguay, una ciudad fronteriza con Brasil. Ahí trabajé con personas de ascendencia brasileña, entre quienes los idiomas y culturas se convertían en elementos que complejizaban aún más la identidad sexual. En octubre de 2016 repliqué esta experiencia en Córdoba, Argentina, en Documenta, un espacio abierto a la experimentación escénica”.

La mirada extranjera es resultado de un trabajo académico y artístico que se acerca al fenómeno de la construcción de la identidad de las personas trans, para mediar, para llevar a otros las experiencias de quienes enfrentan, con mayor o menor violencia, un sistema social que insiste en roles binarios como formas únicas de existencia. Sobre el corazón de este proyecto Yépez señala: “El proyecto parte de la tesis que las personas trans son los primeros desplazados forzados de la sociedad, expulsados de su círculo familiar son obligados a desentrañarse de su mundo. Por eso lo titulo La mirada extranjera, es decir, nosotros heteronormatizados cómo vemos, ¿cómo concebimos esa diferencia? Me valgo del teatro como mediación para comunicar, lo entiendo como un espacio de convivencia y afecto entre dos: una persona trans y alguien que lo escucha”.

La complejidad de este proyecto requiere de la participación de otras instancias. En este montaje Yépez se alió con la Universidad de Guadalajara, específicamente con Mónica Ornelas, quien se encargó del registro fotográfico de la exposición, además de la participación de Izack y de Angelique Montaño, la otra protagonista, cuya historia de vida ayuda a desestigmatizar la idea que tenemos de las personas transgénero.

La mirada extranjera nos siembra preguntas sobre la rigidez de los moldes que sostienen nuestras ideas y la punzante posibilidad de deshacerlos para abrir espacio a la libertad y al reconocimiento de todo lo que tenemos en común con los que llamamos “otros”.

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