Los opuestos que inspiran

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Cuando se asiste a un escenario para escuchar música de cámara, difícilmente puede encontrarse con un ensamble conformado por una tuba y un piano. Estos instrumentos parecieran no compaginar musicalmente por sus timbres y sonoridades, pero el dúo Diversity Matters, con Pamela Viktoria Pyle al piano y Richard White a la tuba, ha demostrado que es posible y para mayor enriquecimiento de la música de cámara.

Uno frente al otro, tocando, son lo que se espera sea cada uno en su instrumento. Ella es de Nueva York —rubia, linda y elegante en su persona y movimientos—; él es de Baltimore —un hombre de piel negra, enorme, quien antes de ser músico era jugador de futbol americano. Han venido de la University of  New Mexico al Departamento de Música de la Universidad de Guadalajara, a dar un curso acerca de sus instrumentos y a ofrecer un recital con la Sonata in F, de Benedetto Marcello; un fragmento del Arioso Gloria, de Barbara York; Cinco miniaturas brasileiras, de Edmundo Villani-Cortes; Drei Romanzen, Op. 94, de Robert Schumann, y Dordogne Dances, de Bryan Kelly.

Al término de ello, en entrevista, pregunto de dónde nace el concepto de hacer una relación musical de tales características. Pamela responde que sí es un dúo inusual, que ella normalmente tocaba con cuerdas y Richard con otros metales, pero que al conocerse compartieron ideas, y ahora para ella se ha vuelto más divertido tocar con una tuba que con otros instrumentos típicos. Richard bromea y dice con falsa resignación que los tubistas siempre responden que sí cuando alguien les pide tocar juntos.

Pero en esta suerte de matrimonio debe haber ciertas dificultades técnicas de ejecución. Pamela dice que todo radica en la articulación y el ataque de las notas, porque en la tuba es muy duro, y es diferente a lo que está acostumbrada, así que la complicación está en unirlo. Richard hace hincapié en que como la tuba es más joven que el piano —fue creada en 1832— y su repertorio es escaso, debe adaptarse la música para otros instrumentos a ella.

También tocan algunas piezas contemporáneas escritas especialmente para ellos, pero ante todo reconocen que como les gusta tocar más barroco y romanticismo, es obvio que deben ser transcripciones. Para Pamela lo que le mueve de lo barroco es su energía, su ornamentación, y la califica como música rock del siglo XVI, mientras que el romanticismo es lo que le toca el corazón. Richard se aventura a decir, entre risas, que si Bach hubiera conocido la tuba habría escrito música para ella, pero también dice que el barroco es como una especie de jazz, donde nada es igual, sino cambiante en su creación.

Ellos han tocado juntos desde 2004, aunque como Diversity Matters lo han hecho a partir de un tour en Brasil en 2009. Reconocen una evolución, sobre todo en sus interpretaciones más viejas, en las que antes sólo se concentraban en lo técnico, y que ahora se volvió algo más profundo. Cada lugar que visitan, cada concierto, los hace crecer.

Sobre cómo se interesó en la tuba, Richard dice que si no se hubiera roto la cadera habría sido jugador de futbol americano, así que hizo audición en la Escuela de artes de Baltimore, y ahí comenzó todo. Pero si escogió la tuba es porque para él representa su vida. Nació huérfano y vivía en la calle, y la gente no lo veía de manera amable. Dice que cuando las personas saben que se toca con tuba y piano creen que será algo desagradable, pero cuando los escuchan dicen “wow”. La tuba y el piano significan que “lo imposible es siempre posible”.

Porque además ambos tienen diferentes experiencias y orígenes de vida, así que “los opuestos nos inspiran”, y juegan con la idea de ser “hombre, mujer, blanco y negro, grande y pequeño”.

Pamela siempre soñó con tocar instrumentos de cuerda, así que de alguna manera  trata de reflejar eso en el piano, y a la vez, aunque hizo estudios de solista, su amor siempre ha estado en la música de cámara, y “el proceso de tocar con otros te hace crecer más que hacerlo solo”.

Definir entonces su dúo, dice Richard, es mediante las palabras “cultura, música y compartir, porque la música es el lenguaje universal”. Pamela cree que su amor por la música los hace buenos comunicadores, y el nombre de su grupo muestra sus diversidades étnicas, de género o culturales. Así, dice Richard, la gente olvida que la música representa el mundo real, que puede ser linda y feliz o triste y fea.

Al final, sus intenciones al tocar son no sólo dar cuenta de lo que escribió el compositor, sino dar su propia visión de las obras, dice Pamela. Pero Richard está convencido de que la música puede cambiar las vidas, y ése es un regalo emocional que quiere dejar en las personas al tocar.

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