Para Juan Carlos Hidalgo, Gustavo Cerati representa un artista “poliédrico”; por este motivo, hacer un libro de cuentos dedicados al líder de Soda Stereo no tiene nada de extraño, por el contrario, significa una forma de reinterpretar su rica trayectoria, sus canciones, dice el escritor, editor y periodista. Hidalgo fue el encargado de reunir a una serie de autores procedentes de Estados Unidos, Argentina, España y México, quienes a través de pequeños relatos conforman Cerati, siempre seremos prófugos, volumen perteneciente a la colección “Rock para leer”, de la editorial Marvin. La presentación de este trabajo se realizó este pasado sábado en el Foro FIL.
¿Cerati, siempre seremos prófugos, qué revela desde la ficción?
La ficción es precisamente el elemento detonante. De alguna manera nos permite redimensionar el legado de Gustavo Cerati en la historia de la música latinoamericana. El prólogo hecho por el novelista Paul Medrano desvela puntos y aristas de contacto interesantes, que de entrada dejan ver al músico como un lector compulsivo. Cerati fue un puntual consumidor de literatura, y no sólo de eso, también se alimentaba de artes plásticas y de referencias cinematográficas. En el libro encontré muchos puntos de asociación con palabras, oraciones y metáforas… Cerati era seguidor de Borges. A partir de las mismas canciones creamos un homenaje atípico, que habla de una obra en evolución, además de que esta obra se mantiene abierta, no se cancela, sino que encuentra vida nueva al pasar hacia otra disciplina, en este caso, el cuento.
En los relatos encontramos una huella profunda en referencia a las canciones de Cerati, cada uno de los escritores plasmó no sólo el recuerdo de Soda Stereo, sino historias que se dirigen hacia distintos caminos, quizá muy personales…
Algo muy interesante de Soda Stereo es que tiene alcance en distintas generaciones. Las canciones del grupo se encuentran en el imaginario popular. El objetivo principal del libro no es capturar al tipo de lector que asiste con frecuencia a una librería, sino a la gente que va a los conciertos, y que puede encontrar una experiencia nueva y refrescante en la literatura hecha a partir del legado de su músico favorito.
Algunos críticos ven con recelo este tipo de trabajos, ¿presentarlo en la FIL le otorga algún respaldo especial?
Para nosotros significa una oportunidad única. Con toda la tradición literaria que existe en Argentina, que sin lugar a dudas es una potencia… Pues me parece que todavía no hacen un homenaje de esta naturaleza a músicos como Gustavo Cerati o Charly García. Por mi parte participo en el número más reciente de la revista Tierra Adentro, que incluye precisamente un especial de Argentina. Allí escribo sobre literatura y rock argentino reciente, por esta razón, me di cuenta de que Gustavo Cerati todavía no pisaba los terrenos de la ficción. Sólo encontré una novela de Vera Fogwill, que en verdad me sorprendió: parece que logró meterse en el cerebro de Cerati. De hecho la protagonista es una mujer que está en estado de coma, algo sumamente similar a la historia del líder de Soda Stereo.
¿Qué destacas de la reconfiguración de Cerati hecha por los distintos autores?
El lector va a encontrar registros muy amplios. Desde quien hace una reinvención con referencias biográficas, hasta quien parte únicamente del título de una canción o de una frase para propiciar una obra absolutamente libre. Uno de los cuentos más impactantes es el de Julio Hernández Cordón, cineasta, conocido por el documental Las marimbas del infierno. Cordón ubica su historia en la periferia, en los barrios de Nezahualcóyotl. Otro cuento destacado es el de Sergio Loo, que tristemente se convierte en un relato póstumo (el autor murió a principios de este año). Loo era un escritor emergente valioso, quien hizo una historia impactante y descarnada, dentro del contexto de la literatura gay.