Jim Sheridan

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Sentado en un sillón verde, que viene muy al caso con Irlanda —su tierra—, el cineasta Jim Sheridan, con una postura un poco desparpajada, se dispone a contestar a las entrevistas que concede a algunos medios. Los fotógrafos se quejan de que no quiere ayudar mucho a posar para las cámaras, y le es difícil encontrarle el ángulo a su cara rolliza y roja, pero afable como la de un niño. Ha venido a Guadalajara para recibir un homenaje en el FICG, a propósito de su trabajo, ése del que sobre todo se recuerdan las grandes piezas como Mi pie izquierdo, En el nombre del padre y The Boxer; retratos que hablan de una realidad contada desde su patria, en un cine que —como él ha dicho— lo ha formado desde sí mismo, de sus vivencias familiares y los conflictos cotidianos, pero que no han dejado de volverse universales, narrando historias que agudamente tocan los temas que molestan, que crean escozor político y social, pero siempre desde lo individual, poniendo la cámara para visibilizar al otro.

Da inicio la entrevista y, a lo largo de ella, me doy cuenta de que Sheridan flirtea con la chica morena (mi amiga) que me ayuda con la traducción.

El cine es como un juego de ajedrez ha dicho…
Todos los caracteres en el ajedrez son controlados por una persona, y éstos son un juego personal, así que frecuentemente es un juego de ti mismo, contra ti mismo, y tratas de resolver un problema, pero tienes que jugar contra una historia de arte, así que proyectas un resultado en tu propia visión del mundo, y la gente no lo da siempre, a veces la gente es el talento de la historia, y a veces la historia les da el talento a ellos, y no es nada raro que pase eso, el noventa por ciento de las películas son así, incluso en las películas geniales, pero el director no sabe cómo sucede.

¿El filmar a su madre enferma determinó que se convirtiera en un cineasta?
No, ya había hecho otros filmes, esto fue hace sólo diez años atrás, pero es más acerca de cuando haces un filme y como interfiere con la realidad; si cambias la realidad, y la realidad propicia los cambios a través de la cinta, es como proyectarse dentro de la sociedad, con una militancia personal, como una llave para hacer cambios con la imaginación, se cambia la sociedad no porque se sea un artista, estos son personas que quieren un cambio pero lo hacen de manera más teórica y abstracta.

Si tomas una gran cámara y caminas con ella, todo se vuelve literatura, porque se hace visible, así que la gente detrás de una cámara se vuelve indivisible alrededor del drama y los eventos. Cuando filmé a mi madre, fue una manera para mí de no estar presente, no quería dar la cara a que estaba muriendo, así que me volví invisible, y mi madre más visible. Ser realizador es como una especie de literatura, y al mismo tiempo cuando filmas no tomas responsabilidad, no estás emocionado todo el tiempo, así que para mucha gente es como no estar presentes en sus emociones, pero yo trato de hacerlo, de involucrarme, parece algo perverso, trato de ordenar todo, hay a quien no le importa, pero yo soy opuesto, creo que debo controlar todo en la historia, y no quiero la improvisación para dar más elasticidad a la historia.

¿Los temas políticos y sociales son un compromiso en Sheridan?
No lo sé, lo político y social es sólo una administración de los problemas profundos de la sociedad. Sin embargo, depende del nivel de los problemas sociales. Cada cinta, si quieres puede llegar a ser propaganda, pero si no, aún lo es, sólo que la gente no lo ve, depende de la tensión social, y es demasiado costo el hacer de todo una propaganda, y si lo bajas un poco no se ve así, pero esencialmente cada historia es propaganda dependiendo del punto de vista. Yo no me preocupo de eso, sólo es la naturaleza de la bestia, creo que lo mejor es ir más allá de todo tipo de propaganda; todo es un compromiso de alguna manera.

¿Las historias locales tienen más que decirnos que las producciones de los grandes estudios?
Personalmente las películas para mí son mejores cuando hablo de la familia o de mi propia historia. Cuando no estoy en un lugar real, si estoy caminando en un cuarto y pienso: no debería estar aquí, y por lo tanto nunca abro así la película, y no sé por qué, está en el guion, pero instintivamente no se da en algunas películas, es como los rayos X, si los usas ves algo, un artista ve como en rayos X dentro de la sociedad, y ve lo que está mal, dónde está el tumor, y muchos problemas en diversas sociedades. Creo que la sociedad americana no es muy sana, cuando el presidente decide enviar gente a Guantánamo, qué clase de sociedad es esa, es una locura, es loco, enfermo, y deberían pararlo.

¿El cine puede cambiar la realidad de la sociedad?
Hay un control original de Hollywood y sus contrapartes europeas, ellos hacen que la sociedad esté de acuerdo en esos errores, ellos lo constituyen en algo real, haciendo películas, y ellos dicen como cambia el mundo, y vivimos en ese mundo ahora, vivimos en una película de Hollywood. Especialmente la televisión tiene un completo control de la sociedad.

¿Cómo ha evolucionado su cine en 25 años de creación?
En la parte inicial yo hice películas para ver Irlanda, y luego estuve haciendo otras de la relación entre América e Irlanda, y después algunas películas americanas, y me gustaría más regresar a los temas irlandeses, se siente más real, y puedo tener más el control de ello, que a veces se pierde y lo quiero de nuevo.

¿Cómo se define el cine de Sheridan?
Frecuentemente es sobre la familia, su visión y estar juntos, arreglando la tensión entre el núcleo familiar, en la sociedad de la familia, y esto probablemente hace más fuertes a los individuos.

Usted conoce los problemas en México, ¿cree que estos podrían llevarse al cine de manera conveniente?
Creo que se debería mirar la estructura de la sociedad, es algo de billones de dólares, nadie habla de esto, es un gran problema social. En otros países es el alcohol o la cocaína como un control del dolor, pero ésta es una estructura colonial de las drogas que es difícil de cambiar…

Aquí Sheridan me pide que apague la grabadora, para comentarme aquellas cosas que saben todos sobre esto, pero que no se pueden decir públicamente, y menos si se es extranjero. Termina la entrevista y el entusiasmo de Jim sigue en mi amiga, con la que sí está dispuesto a posar para las fotos. Le pregunta su nombre, ella le responde que suena como a dinero en inglés, y le hace una seña como preguntando qué hace conmigo y no con él, mientras le canta sonriendo “Mony, Mony”, la canción que hiciera famosa en los ochenta Billy Idol.

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