Estado mexicano y laicidad

989

Valentín Gómez Farías, fue un verdadero católico practicante y un político católico defensor de su fe religiosa. Sin embargo, suspendió la obligación civil de pagar los diezmos y derogó las leyes civiles que imponían coacción para el cumplimiento de los votos monásticos, todo ello porque representaba el rescoldo de los estados teocráticos o de la simbiosis del Vaticano con el estado virreinal, ambos inoperantes en los estados modernos.

En las próximas semanas se cumplirán 150 años de la muerte del ilustre jalisciense don José María Valentín Gómez de la Vara Martínez Farías, quien, a decir de otro ilustre jalisciense, el doctor Jorge Fernández Ruiz en su maravilloso libro Un reformador y su reforma (1981), habría de convertirse, por méritos propios, en “patriarca de la Reforma y benemérito de la patria”.
Don Valentín Gómez Farías, que así se le llamó por la ley del menor esfuerzo y por costumbre, fue electo diputado a los primeros dos congresos constituyentes, de 1822 y 1824, en donde, entre otras cosas, impugnó el derecho a tener esclavos y propuso la creación de un banco para fomentar la actividad económica.
En ese lapso también fue senador por el vecino estado de Zacatecas, sitio en el que se opuso a la adquisición de terrenos por extranjeros. A fe que ahora ni se puede caminar libremente en las playas del litoral mexicano, porque ya cada hotel pone sus diques y piedras para marcar el límite de sus propiedades, impidiendo el libre paso de los vacacionistas.
En las primeras pugnas entre los masones escoceses (llamados en aquel tiempo novenarios) y los masones yorkinos (llamados guadalupanos), sostuvo una actitud imparcial, sin duda alguna tratando de asumir el “justo medio” aristotélico. Posterior a esta pugna, fue nombrado por el célebre don Federico García Salinas, secretario general del gobierno de Zacatecas.
Del 1 de abril de 1833 al 24 de abril de 1834 asume cuatro veces la presidencia de la República, sumando en el total de ellas más o menos nueve meses, en donde promulga la ley de la libertad de imprenta, prohíbe a los comandantes y jefes militares disponer de la vida de sus subalternos, como era la costumbre y práctica habitual. Estableció talleres de artes y oficios en las cárceles municipales, facilitando su labor de regeneración; recomendó a los religiosos que guardaran recogimiento espiritual y no se mezclaran en política, demostrando así, con gran claridad, que la actividad política real, con sus intrigas y ambiciones de poder, está muy lejos de cumplir el ideal socrático de que, en política “es preferible sufrir una injusticia antes que cometerla”.
También ordenó secularizar las misiones de la Alta y Baja California; suspendió la obligación civil de pagar los diezmos y derogó las leyes civiles que imponían coacción para el cumplimiento de los votos monásticos, todo ello porque representaba el rescoldo de los estados teocráticos o de la simbiosis del Vaticano con el estado virreinal, ambos inoperantes en los estados modernos.
Pero no se vaya a pensar, por lo anterior, que don Valentín fuera anticatólico o mucho menos, anticristiano; lo que pasó es que tal personaje ya se había dado cuenta de la gran distancia que separa a las acciones promovidas por la autentica fe y las acciones que provienen de la política. Es más, él fue un verdadero católico practicante y un político católico defensor de su fe religiosa, hasta llegó a declarar, siendo presidente de la República, que “la religión de Jesucristo, la católica, apostólica y romana, es la que el gobierno protege, es la que profesa, es la que ha jurado defender”.
En las vicisitudes de su labor patriótica y en defensa de sus ideas, tuvo que marchar al exilio durante cerca de once años y cuando regresó fue encarcelado en Santo Domingo, pero el pueblo amotinado logró su libertad y a los pocos días el presidente Mariano Salas (duró tan sólo cuatro meses en el poder) lo integró a su gabinete como secretario de Hacienda.
En esta, su penúltima etapa, Gómez Farías fue además de secretario de Hacienda, presidente del Consejo de Gobierno, diputado constituyente (Congreso que nunca se llevó a cabo) y vicepresidente electo de la República Mexicana, nuevamente con don Antonio López de Santa Anna. Ya como vicepresidente en funciones de su quinta presidencia interina, envió al Congreso el proyecto de ley que autorizaba al gobierno a proporcionarse hasta 15 millones de pesos con hipotecas y venta de bienes de manos muertas, dinero que requería para organizar la defensa de México en contra de la invasión norteamericana. Dicha acción gubernamental provocó la insurrección de los polkos, grupo pro clerical que anteponía los intereses del clero a los intereses de la patria.
Cuando triunfa la Revolución de Ayutla, encabezada por el general Juan ílvarez, y coadyuvada por don Valentín, éste fue nombrado administrador general de correos de la nación, cargo del que fue prontamente sustituido por su ya avanzada edad (75 años), por don Guillermo Prieto. Mas aún con su senectud fue nombrado nuevamente diputado al Congreso Constituyente por Jalisco, Estado de México y Zacatecas; el Congreso decidió que sería por Jalisco, nada más.
Función que poco pudo desempeñar por su precaria salud, pero cuando se juró la Constitución Liberal de 1857, haciendo un esfuerzo sobrehumano, ayudado por sus hijos Fermín y Benito y varios diputados, juró la Constitución, arrodillándose ante ella, exclamando con gran satisfacción: “este es mi testamento”. Todo ello lo hizo ante un Congreso expectante, lleno de solemnidad y respeto al hombre que dedicó más de cincuenta años a la construcción de una república por patria, de un estado liberal, independiente del poder religioso y laico, en respeto a todas las creencias.
Este proverbial hombre de origen jalisciense, incansable en la lucha, e indomable en su verticalidad ideológica, murió el 5 de julio de 1858.
Con base en sus méritos biográficos que, sin duda, son insuperables, la agrupación Gómez Farías, está haciendo una atenta exhortación al H. Congreso del Estado, a que el año 2008 sea declarado año del reformador y benemérito de la patria don Valentín Gómez Farías.

Artículo anteriorFondo de concurso para la conclusión de obra y mantenimiento de escuelas del nivel medio superior
Artículo siguienteTransporte público