Enfermedad silenciosa

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    En el transcurso de las últimas semanas se ha desatado una crisis sociocultural fuerte en Europa específicamente en Francia, de la que se ha hablado en los medios de comunicación nacionales exclusivamente como parte de la agenda setting e incluso como nota roja. La importancia que se le da es meramente informativa sin ahondar demasiado en el problema que se está gestando en el mundo entero.
    Prueba de ello es la manifestación silenciosa de rabia que comienza a expandirse gracias a la tan polémica globalización, al odio por el capitalismo y todo lo que el representa; las relaciones de poder, repartición inequitativa de la riqueza, racismo, xenofobia, y al controvertido papel que desempeña la justicia.
    Basta analizar y cuestionar estas características para dar cuenta de que México y el mundo padecen la misma enfermedad llamada desilusión y desesperanza.
    Son precisamente los jóvenes quienes desahogan todas sus frustraciones de una manera equivocada, a falta de opciones viables, lo que provoca pérdidas humanas y económicas; estás últimas alarmantes en estados-nación.
    Todos esas falsas promesas, discursos vacíos y clichés políticos que dominan la escena en las contiendas electorales para ascender a un cargo público, hacen cada vez más profunda la herida social de la indiferencia y la ley del más fuerte, que inevitablemente ocasiona: violencia, inseguridad y miedo de todo cuanto nos rodea.
    Los temas importantes son relegados, se olvida en la agenda pública a la juventud cargada de proyectos a futuro, el que quizá no llegue o no exista.
    El gobierno se empeña en centrar su análisis en prohibiciones y en mecanismos de represión, con frases trilladas y propuestas vanas que nada logran en la práctica, ¿qué sucederá con la juventud? ¿Cuál es el proyecto de futuro? Dada la actual calidad de vida de los jóvenes y las condiciones socioeconómicas, políticas y culturales de las naciones.
    No es exclusivamente un movimiento racista o xenofóbico surgido en Francia, es una epidemia juvenil mundial que muy pocos se han tomado el tiempo de escuchar y estudiar; en nuestro país se refleja todo los días esta triste realidad: en las calles, en las avenidas, en las escuelas donde no todos tienen oportunidad de acceder a la educación, las causas de la deserción escolar que no contribuyen a forjar un mejor país sino a dividirlo aún más debido a la inminente necesidad de sobrevivir.
    Así comienza la desigualdad, así nace el odio. Escuchemos este ruido cargado de silencios, démosle un sentido racional a la rebeldía.n

    Elba Araceli Fabián González, licenciada en estudios políticos y gobierno, (UdeG)

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