Cuando se vive en un país donde ir a la universidad representa un riesgo contra tu propia vida, es cuando más debemos levantar la cara y visualizar nuestro objetivo como estudiantes. Recordar que la meta sigue ahí para nosotros.
Sí, el miedo desmotiva, pero debemos estar seguros de que ni el miedo que el crimen organizado planta en nosotros, ni la indiferencia de las autoridades va a mermar la esperanza que mueve a un joven a estudiar, su sueño de progresar, de apoyar a sus padres en la vejez. Porque ese sueño de un futuro mejor que el presente no lo tumban con balas, ni se apaga porque no seamos defendidos.
Si vas a fruncir el ceño, que sea por un gesto de coraje y motivación. Sólo queda seguir, estudiar, conocer, practicar… porque hay algo que ni el gobierno más tirano nos puede expropiar, ni el criminal más peligro podrá quitarnos: el conocimiento.
No nos tocó elegir la situación en la que estamos viviendo, pero si los estudiantes somos el futuro del país, ¿quién nos impedirá elegir un futuro mejor? Preparándonos en este país corrompido estaremos eligiendo un mejor futuro.