El espejismo del agave en la Ciénega

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    Los paisajes del municipio de Poncitlán han cambiado: donde antes se veía vegetación nativa, hoy sobresalen miles de pencas de agave. Basta transitar por la carretera que conecta a Guadalajara con Ocotlán para notar cómo, en el kilómetro 35, a la altura del cerro El Chiquihuitillo, simula una sucursal del paisaje agavero de las regiones Valles y Altos.

    Sin embargo, aunque pareciera que la predilección de quienes siembran en la Ciénega ha sido optar por esta planta de la que surge el tequila, su producción se ha reducido, y el rey de la región continúa siendo el grano de maíz; así lo muestran los datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

    Según esta instancia federal, en 2017, en el distrito agrícola de La Barca —que considera los municipios de la región Ciénega: Atotonilco el Alto, Ayotlán, Degollado, Jamay, La Barca, Ocotlán, Poncitlán, Tototlán y Zapotlán del Rey; cuatro de la región Sureste: Chapala, Jocotepec, Tizapán el Alto y Tuxcueca, y dos de la región Centro: Ixtlahuacán de los Membrillos y Juanacatlán— el cultivo que más se produjo fue el grano de maíz, con 1.2 millones de toneladas, seguido de pastos (280 mil), maíz forrajero verde (165 mil), grano de trigo (119 mil), grano de sorgo (95 mil) y, en sexto lugar, el agave (89 mil).

    Esta situación contrasta con lo que ocurría hace 10 años, pues las bases de datos del SIAP evidencian que de 2008 a 2012 el agave ocupó el segundo lugar en producción, con tonalejes anuales que iban de entre 219 mil y 735 mil en ese periodo.

    El director de la División de Ciencias Agronómicas, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas Agropecuarias (CUCBA), Salvador Mena Munguía, explica que la Ciénega es la región más productiva del estado en cuanto a granos y hortalizas, pero que la demanda de las tequileras ha resultado atractiva para muchos.

    “Esta es la tercera región en importancia por la superficie cultivada de agave y está dentro de la zona de denominación de origen. Por los precios que ha alcanzado el agave últimamente, es muy probable que más de alguien sucumba a la tentación de extender sus tierras a este cultivo, pero esto luego trae un efecto rebote, que tras haber mucha oferta baja el precio”.

    En 2017, la tonelada de agave fue pagada en 8 mil 676 pesos y la de grano de maíz en 3 mil 847 pesos. Pese a que se produjo menos agave que maíz, por este último se obtuvieron 4 mil 698 millones de pesos y por la de agave sólo 773 millones de pesos.

    Según el SIAP, en el municipio de Poncitlán, de 2015 a 2017 han plantado 150 hectáreas cada año, pero no se ha cosechado dicho producto porque la planta necesita tiempo para madurar y ser extraída.

    “Una planta de agave necesita madurez y esa se alcanza después de seis o siete años. Es un espejismo, pues primero se ve que los precios están altos y la gente establece sus plantaciones de agave, pero en el momento en que eso prolifera y se cultiva, ya maduro resulta que hay demasiado oferta y por eso ya no es negocio”.

    El académico exhorta a los productores a que tengan una perspectiva de prevención, pero sobre todo que las instancias como la Sagarpa y la Secretaría de Desarrollo Rural de Jalisco (Seder) planifiquen el establecimiento de cultivos, pues cuando hay sobreoferta el agricultor pierde.

    Aseguró que plantar diferentes vegetales permite amortiguar cambios económicos y ambientales. “Siempre ha sido mejor tener diversidad de cultivo a tener monocultivo”.

    Sobre el destino de los agricultores de la región, recuerda que según el plan del gobierno federal entrante es que haya un impulso a la producción de granos.

    “En la región ocurre algo muy especial: casi la mitad de la superficie de cultivo es una tenencia de tipo ejidal, más de 40 por ciento, y esa condición hace que los agricultores que tienen cinco hectáreas, por poner un ejemplo, en vez de cultivar sus tierras las pongan en renta a productores que juntan varias superficies y que le entran a la producción de granos, porque para ellos sí es negocio. Con las políticas del nuevo gobierno se busca impulsar la producción de grano a niveles de parcelas pequeñas. Entonces probablemente habría una transformación en la región”.

    Sin embargo, aseguró que aún falta combatir la burocracia y las reglas de operación que suelen ser complicadas. “La intención es simplificar esas reglas y vigilar que el recurso llegue al beneficiario”.

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