Afirma Andrés Haro que el espectáculo musical, basado en el poema del siglo diecinueve “El Ánima de Sayula”, se le ocurrió al estar leyendo el texto y dice que “El poema tiene muchísima música”, lo que es cierto, pues cada verso de este texto es un deleite al oído.
Y así va a ocurrirle a quienes asistan a ver, pero sobre todo a escuchar, esta obra que se ha puesto a manera de musical y que se presentó el pasado sábado 28 de mayo en el Teatro Degollado.
Haro dividió el poema en veintiséis partes y cada una, a decir del músico, tiene “la posibilidad de hacer canciones individuales”. Tomó, entonces, la versión “culterana” del poema que en su momento editó el Gobierno del Estado de Jalisco y —dice Haro— “nos dimos algunas licencias musicales, como repeticiones o sustituciones mínimas”. El público, pues, escuchará los versos del “’Anima” acompañados de una instrumentación con mariachi, en la que se incluyen dos violines, una vihuela, un guitarrón y una guitarra, pero también se emplearon sintetizadores para lograr que el personaje Apolonio sea, en este caso, interpretado por un contratenor. La narración la realizará un barítono, de tal modo que no solamente sonará bien, sino que será un deleite.
Poema leperón, alburero y jocoso como ninguno y, claro, que todos alguna vez hemos recitado en alguna reunión o escuchado de labios de más de alguno, es ahora motivo para este espectáculo que tiene el apoyo de la Universidad de Guadalajara a través de Cultura UDG.
“El centro es el poema —ha dicho Andrés Haro en entrevista—. No queríamos una instrumentación rockera donde la voz queda relegada, queríamos que la voz fuera protagonista, así que mejor utilizar técnicas vocales donde la dicción es perfecta y hay proyección de la voz, así que optamos por cantantes de música clásica, como Cumplido y Calderón, pero con un sesgo mariachero con Quezada, que se ha desempañado más en lo popular”.
