Uno se hace formador para lo mismo que se hace enseñante: para hablar, y no para escuchar.
Perrenoud (2004:22)
Toda innovación educativa —menciona Miguel Fernández Pérez— consta de tres ejes: el perfeccionamiento permanente de los profesores en términos de desarrollo profesional, la reflexión sobre su práctica docente y la investigación en el aula. Como hemos visto, la formación docente no se resuelve únicamente con la formación disciplinaria, ni con el binomio formación disciplinaria y pedagógica.
Por otra parte, otros investigadores del campo educativo resaltan que los profesores preocupados por la mejora de su docencia (los que realmente se involucran en procesos de innovación) son conscientes de que lo hacen por convencimiento personal, por su responsabilidad profesional y por una cuestión ética de compromiso con la tarea docente. También, saben que lo hacen de forma individual, “en solitario”, “como islas”, muy poco compartidas por otros colegas o favorecidas y apoyadas por el propio departamento o institución.
En el proceso de formación docente la planeación de un curso no puede ser vista de forma rígida y en términos de si cumplió o no; es necesario que ésta contemple la posibilidad de adaptación a la problemática emergente del curso en cuestión. Así la planeación de un curso, más allá de contar con un carácter oficial y evaluativo, permite ser un punto de partida para que el profesor indague su propuesta y observe su evolución a corto y mediano plazo. Es necesario, por tanto, cuestionar las consecuencias de un contexto más bien privado en el que no se hacen públicas las planeaciones didácticas.
No es suficiente que la actividad docente responda con rutinas mecanizadas, en lugar de eso, el docente puede resolver los problemas educativos circunscritos al interior del aula. Para ello se requiere seguir analizando cómo aprendemos.
La propuesta formativa en la que se fundamentan diversos investigadores tiene características como las que se mencionan en seguida:
Está orientada a la indagación: la investigación por medio de la acción como la actividad cognitiva se convierte en un objetivo central. Un profesorado que investiga está en condiciones de poder ayudar a sus alumnos a practicar la investigación, a convertirse en indagadores. Las características indispensables para emprender la indagación son la curiosidad intelectual, la motivación, la apertura al cuestionamiento y a los desafíos.
Es socialmente contextualizada y consciente del poder; el pensamiento no puede ser separado ni del contexto sociohistórico ni de las dimensiones del poder. La formación debe tomar en cuenta la dimensión afectiva del ser humano; las cuestiones emocionales y morales tienen un papel explícito y transversal en toda propuesta formativa. Debe estar presente el respeto mutuo y la solidaridad entre los participantes de la comunidad educativa.
Está basada en la producción y construcción de conocimientos y el aprendizaje creativo. El conocimiento no puede venir impuesto por expertos ajenos, sino que tiene que ser producido por medio de la interacción entre el profesorado y alumnado.
Está dedicada al arte de improvisación: reconoce que opera en condiciones de incertidumbre que requieren del arte de la improvisación. Evita procedimientos y reglas uniformes. Exige capacidad para permanecer abierto a lo imprevisto y a lo inesperado.
La formación docente es uno de los retos más importantes de las reformas recientes, se busca adecuarla para responder a las poblaciones estudiantiles que se caracterizan por una heterogeneidad, que es una de las características evidentes de nuestra sociedad. Vivimos y compartimos territorios donde convergen diferentes personas, lenguas, creencias y valores, así como desiguales formas de organización, condiciones socioeconómicas, regímenes de poder, etc. La diversidad cultural es muy visible, especialmente en las ciudades. Es así como el debate en torno a temas como las diferencias, la diversidad y las desigualdades ha irrumpido con tal impacto en las plataformas sociopolíticas de los proyectos globales, nacionales y étnicos, que los ha convertido en fascinantes, pro conflictivos descubrimientos.
Se dice que muy poco sabemos de los estudiantes del nivel medio superior, aunque se dice que la educación debe responder a “las necesidades de los jóvenes”. La pregunta es: ¿realmente sabemos cuáles son esas necesidades y esos intereses?