Cuerpos globalizados

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    La globalización llega hasta nuestras entrañas. Este fenómeno no solo penetra fronteras y países, sino también costumbres, tradiciones y hábitos de vida.
    Es curioso ver las alacenas de nuestras casas repletas con productos importados, cuyos países de origen los consumen de manera medida. Por ejemplo los denominados light (jugos, refrescos, botanas, lácteos, etcétera), absorbidos como necesidades alimenticias por las familias mexicanas.
    Muchos de estos productos están hechos en industrias transnacionales que mueven mucho capital, y que por los términos del intercambio del comercio internacional, los venden a precios desiguales con relación a los producidos en el país.
    Productos de varios países entran al nuestro sin ajustarse a medidas regulatorias, lo que ocasiona que los productores mexicanos cada día obtengan menos ingresos y que por consiguiente su nivel de vida sea más precario.
    ¿Qué dirían nuestros antepasados si en sus tiempos les hubiesen dicho que les venderían el agua envasada, que engorda al consumidor? Apuesto a que ni harían caso.
    En este asunto la sociedad no tiene toda la culpa, porque nuestras autoridades han propiciado el sistema económico neoliberal, fundamentado en la liberalización del comercio y en la nula intervención del Estado.
    La dieta de nuestras familias pasó de los frijoles y tortillas, a las comidas enlatadas y a los alimentos con conservadores, lo que favorece la diabetes, cardiopatías, cáncer e hipertensión, enfermedades que desde hace 10 años preocupan y ocupan a la sociedad mexicana.
    Según los especialistas, estos males son ocasionados en parte por la mala alimentación.
    La consecuencia más grave de estos cambios de hábitos alimenticios es que con los mismos estamos generando inconscientemente nuestras propias enfermedades, en la búsqueda de una vida con base en lo cuantitativo y no en lo cualitativo.
    El ritmo de vida de la mayoría de los mexicanos les impide realizar actividades para el mejoramiento de su salud, ya que los horarios de trabajo cada vez son más amplios y exigentes, porque los empleadores justifican sus decisiones en términos de competitividad y productividad.
    Las unidades deportivas, gimnasios donde desarrollan nuevas técnicas de acondicionamiento físico, como pilates y spinning, están siendo frecuentados por personas que buscan esquivar ciertas enfermedades.
    El problema radica en que el fenómeno globalizador obstruye de manera tajante el avance económico de los países menos desarrollados, y por ende genera que la distribución del ingreso de éstos sea mínima, a la vez que promueve el imperialismo de los países dominantes (como Estados Unidos), situación que altera las costumbres y hábitos de los pueblos dominados.
    No está en nuestras manos detener la vorágine globalizadota, pero si queremos mejorar nuestra calidad de vida debemos empezar por modificar nuestras prácticas en el consumo y el ahorro, a fin de ayudar al crecimiento económico nacional, así como a nuestro cuerpo.

    * Estudiante de sexto semestre de la licenciatura en economía, CUCEA.
    padilla_mendoza@hotmail.com

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