Convergencias y divergencias en la FIL

575

Indigenismo, nacionalismo y populismo fueron tópicos alrededor de los cuales giró el acalorado debate entre José Miguel Oviedo, Enrique Krauze, Mario Vargas Llosa, David Brading y una concurrencia sui generis de lectores, diputados del Partido de la Revolución Democrática (PRD), periodistas y altos funcionarios universitarios. Todo ello en el marco de actividades de la Feria Internacional del Libro.
La mesa efectuada el pasado domingo 27 bajo el título “Convergencias y divergencias entre Perú y México” versó sobre aspectos histórico culturales y también políticos.

Cultura e historia
El historiador y ensayista mexicano Enrique Krauze, quien fungió como moderador, afirmó que “México y Perú se parecen más que ningún otro país de Latinoamérica aunque durante mucho tiempo México mantuvo una actitud de superioridad respecto a Perú, basada en prejuicios históricos, hasta que Vargas Llosa calificó a nuestro país como la “dictadura perfecta”.
El historiador inglés David Brading, destacó que ambos países, de cuyas tierras eran originarias las culturas azteca e inca, mantuvieron intercambios intelectuales durante la época virreinal. De ellos surgieron en la América colonial las primeras manifestaciones de un patriotismo apuntalado por la inconformidad de los criollos que recibían el menosprecio de los peninsulares.
De hecho, añadió Krauze, por inconformidades criollas surgieron también las diferencias entre ambas regiones. “Nosotros no tuvimos un Tupak Amaru en el siglo XVIII, Perú no tuvo un barroco tan rico como el que nos dio Sor Juana Inés de la Cruz, México no tuvo una figura como la del inca Garcilaso de la Vega y el trauma de la conquista fue mayor en Perú que en México”.
Esto, dijo, probablemente porque México contó con la figura de la virgen de Guadalupe como instrumento de cohesión y mutua identificación entre indígenas, mestizos y criollos, lo que ayudó a la formación del concepto de ser mexicano, a diferencia de lo ocurrido en el caso peruano.
José Miguel Oviedo, el escritor andino destacó que “ambos países, en busca de su identidad nacional, comparten esta tendencia. Son dos centros de importantes culturas indígenas que aún se conservan, más que en otros países latinoamericanos”.
El problema, dijo es que no es un movimiento encabezado por indígenas sino por hispanohablantes intelectuales que, desde fuera de la situación indígena, hablan de ella.
En este punto, el detonante político vino al considerar el indigenismo en cuanto corriente ideológica, entonces nacionalismo y populismo fueron materia de duras controversias.
El escritor peruano Vargas Llosa marcó las similitudes y diferencias entre ambos países: “el indigenismo, característica compartida, tuvo un acento más marcado en Perú que en México, desafortunadamente nosotros no tuvimos un Benito Juárez… pero tampoco tuvimos un Díaz, ni una dictadura imperfecta de 30 años, ni una revolución que desencantó a la población”.
Criticó la postura de identidad nacional que plantearon en sus discursos Oviedo y Krauze. Hablar de identidad nacional, y por lo tanto de nacionalismo, dijo, era un retroceso, una catástrofe que a lo largo de la historia había llevado al mundo al caos. “Por el concepto de nacionalismo se llegó a dos guerras mundiales y a numerosas guerras civiles en América”.
Tan lejos de dios y tan cerca
de Estados Unidos.
El escritor Enrique Krauze aventuró que quizá en México el nacionalismo encontró tierra de cultivo gracias a que Estados Unidos se engrandeció a costa de México y las fronteras disueltas afectaron sus intereses.
El populismo fue el tópico cumbre. El historiador mexicano señaló su importancia en México y cómo el PRI se valió de él para conservar el poder durante 70 años. Mientras tanto, Vargas Llosa afirmaba con el ánimo exacerbado: “el populismo produce partidos políticos militares y dictatoriales, pues ahí no existen individuos sino miembros de una tribu”.
La defensa de la democracia, una acción que México y Perú han querido conseguir de formas erróneas, es sin embargo el camino que Oviedo, Krauze y Vargas Llosa propusieron.
El tema “Hugo Chávez” no se hizo esperar. Luego de que Oviedo afirmara que en el Distrito Federal se apoya la política de Chávez de manera irracional y sin conocer sus repercusiones, algunos miembros del auditorio se inconformaron y lanzaron gritos contra los ponentes, a quienes llamaron “neoliberalistas”.
Vargas Llosa instó a que el pueblo mexicano, si no deseaba terminar como Venezuela, no optara por el populismo ni los líderes militarizantes, que llevan al derramamiento de sangre sin objetivo ni justificación. La respuesta del público fue una rara mezcla de aplausos y gritos de inconformidad “¡Sirviente de Bush, globalizador!”.
La mesa concluyó pasadas las dos horas de debate, sin sesión de preguntas y con algunos miembros de seguridad pertenecientes a la feria acompañando a los ponentes para que se retiraran por la puerta de emergencia.

Artículo anteriorCésar Estrada Razo
Artículo siguienteMuchos autos y poco espacio