Savater y los desafíos permanentes en la educación

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Entre las cosas singulares no conocemos nada más excelente que un hombre guiado por la razón; nadie puede probar cuánto vale su habilidad y talento mejor que educando a los hombres de tal modo que acaben por vivir bajo el propio imperio de la razón.

Fernando Savater

En su libro El valor de educar, Fernando Savater habla del artificio que supone fabricarse como seres humanos, proceso en el cual la educación es la protagonista indiscutible. Para Savater, la aventura de la educación es una de las cuestiones esenciales: “Enfrentarse a sus desafíos es pensar sobre nuestra cultura, sobre el ser humano que queremos”.

Para el filósofo, muchos de los antihumanistas que acusan a la educación moderna de ser “demasiado” racionalista, quieren dar a entender que menosprecian la intuición, la imaginación o los sentimientos. Se pregunta: “¿Acaso es exceso o más bien falta de racionalismo comprender tan mal la complejidad humana? ¿No es más bien la razón la que concibe la importancia de lo intuitivo, la que aprovecha la fertilidad de la imaginación y la que cultiva —potenciándola social y personalmente unas veces, manipulándola artísticamente, otras— la vitalidad sentimental?   

“La razón conoce y reconoce sus límites, no su omnipotencia, distingue lo que podemos conocer justificadamente de lo que imaginamos y soñamos, es lo que tenemos en común y por lo tanto lo que podemos trasmitirnos unos a otros; no pide limpieza de sangre, ni adecuación de sexo, ni nobleza social, sino la atención paciente de cualquier individuo”, afirma el filósofo, cuyas conferencias ha pronunciado en diversas partes de Latinoamérica.

En suma, nada más natural, entonces, que la afilada inteligencia de Savater para explorar la cuestión educativa, ese territorio de lo público donde nos movemos los docentes y donde se produce y reproduce el saber colectivo, donde se transmiten certezas, dudas y temores de una colectividad.

Estoy seguro que después de la lectura de algunos libros de Fernando Savater, los profesores y profesoras estaremos en mejores condiciones para encontrar o imaginar, en el trabajo cotidiano, esas claves de la razón que nos ayuden a cumplir nuestra labor.

En el Sistema de Educación Media Superior (SEMS) se promueve, entre otras cuestiones, básicamente un cambio en las actitudes y en los valores. Se requieren profesores con flexibilidad y humildad para transformar poco apoco la función magistral en una función tutelar. Existe toda una transformación que hay que impulsar en métodos didácticos e innovación pedagógica.

El estudiante de hoy tiene menos conocimientos que el de hace 20 años, pero se maneja en informática, tiene menos inhibiciones para exponer temas en público o para trabajar en diversos contextos. Incorporemos a su educación, además de los conocimientos, valores y actitudes creativos que estimulen su capacidad de iniciativa.

En definitiva, como en la literatura griega, pensando en la Iliada y la Odisea de Homero, como Ulises seamos prudentes en nuestro viaje a Ítaca. El gis y el pintarrón son importantes, pero hay algo más… Hagamos velas de nuevo ingenio y remos de nuestro esfuerzo. Emprendamos ese largo proceso.

Se trata de analizar y reflexionar sobre posibles cambios. La autonomía tiene que permitir también la renovación de las estructuras organizativas con criterios de eficiencia y transparencia. Se necesitan reformas institucionales, orientadas a mejorar la coordinación del sistema universitario y la gestión de la propia universidad. Un sistema diversificado y flexible requiere reforzar las tareas de coordinación entre las actuaciones e interdependencias entre preparatorias y centros universitarios. Se trata de un factor clave en la nueva arquitectura, y aunque no está exenta de dificultades, esta es la tarea de coordinar y construir el próximo futuro.

Estoy seguro que después de una buena lectura de Fernando Savater, los profesores estaremos en mejores condiciones para encontrar o imaginar, en el trabajo cotidiano del aula, esas claves de la razón, la fundamentación pedagógica que nos ayude a cumplir con nuestra labor educativa en una perspectiva diversa, plural y democrática.

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