El triste privilegio de apagar la luz

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Mario Vargas Llosa sabe ser el último escritor, o, en sus propias palabras, “el último sobreviviente del Boom Latinoamericano”. Así lo dijo en la charla que ofreció a propósito del homenaje organizado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara por sus ochenta años, y que coincidió con la apertura del Programa literario de América Latina.

“A mí me toca el triste privilegio de apagar la luz y cerrar la puerta”, dijo el escritor frente a un concurrido público, que le aplaudió tras estas palabras, por lo que agregó: “Sus aplausos me lo confirman”.

Aceptó que incluso él no puede describir lo que es el Boom, pero sí aseguró que está a punto de desaparecer y quizá sea con su muerte que se apague del todo la luz. Para unos, de ése sólo forman parte tres escritores, para otros, cuatro, y para otros más fueron muchísimos.

Durante alrededor de una hora, Vargas Llosa ofreció una nutrida charla sobre este movimiento de la literatura, del que, dijo, es más fácil decir lo que no es que describir lo que es: “No fue un movimiento estético, no fue un movimiento de valores compartidos, como el Romanticismo o el Modernismo y como serían los movimientos de vanguardia como el Surrealismo; en el Boom había escritores fantásticos, escritores realistas, y la mezcla de ambos que cambiaba de libro a libro o de cuento a cuento, y el tratamiento de lo fantástico era distinto de un escritor a otro. Hay distancias insalvables entre cada escritor. No fue una generación de escritores, porque los había muchísimos mayores que otros”.

A lo largo de la charla hizo un recuento de grandes autores y de obras integradas recurrentemente al Boom, y otros que dieron a conocer la literatura de la región en el mundo: Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Eustacio Rivera, Juan José Arreola, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y, por supuesto, Jorge Luis Borges.

Sobre este último lo calificó como un parteaguas que puso a la literatura latinoamericana en el ojo internacional. Una conferencia que dio Borges en Francia en 1963 sobre Shakespeare, “los dejó impresionados”, contó, “esa sorpresa agradecida dio pie a muchas publicaciones al respecto para que los europeos nos vieran como una cultura de gran fuerza”.   

Además de ese suceso, Vargas Llosa atribuye el apogeo de la escritura latinoamericana a otros dos hechos: la Revolución cubana, que puso en materia política el ojo internacional en América; y la influencia directa del autor norteamericano William Faulkner y su pasión por la estructura.

“La literatura latinoamericana no nació con el Boom, pese a lo que muchos críticos creen, ya se escribían grandes cosas desde tiempo anterior y fueron censuradas por la Inquisición española”, comentó  Vargas Llosa, “nuestros escritores hicieron una gran contribución al Siglo de Oro de la literatura en español con Sor Juana Inés de la Cruz y Garcilaso de la Vega, pero no había novelas. La novela nació y se popularizó gracias al Boom”.

Por los ochenta años que celebra Mario Vargas Llosa, la Feria Internacional del Libro en Guadalajara organiza además tres mesas de charla y discusión alrededor de su obra. En la primera participaron Enrique Krauze, Nélida Piñón, Alonso Cueto, José Miguel Oviedo, Juan José Armas Marcelo, Sergio Ramírez y Héctor Abad. Además, este lunes 28, en el Auditorio Juan Rulfo, presenta su más reciente novela: Cinco esquinas.

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