Me parece que la captura de El Chapo se convirtió en un gran circo mediático donde más importa su camisa, su forma de hablar y su relación con Kate del Castillo que la preocupación si esta vez la justicia logrará cumplirse cabalmente.
Predomina la curiosidad, el chisme, o la envidia de muchos periodistas hacia Sean Penn —de que si la entrevista es mala, acomodaticia, que es gringo y actor— sobre la cuestiones legales, léase extradición y las medidas para que esta vez el Chapo no se fugue.
Hay que recordar que sus hombres tienen todavía los planes del altiplano, y que El Chapo ya está tratando un acuerdo con estados Unidos a través de sus abogados. Y, sobre todo, que en México todo y todos tienen un precio.
Honestamente, si quiero ver una novela o una serie, busco a Narcos en Netflix, y me gustaría ver un debate serio por parte de las autoridades competentes en los medios de comunicación.