El papel nuestro de cada día

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En todas las actividades de las personas interviene el papel, directa o indirectamente. Desde las primeras horas del día con el papel del baño, la servilleta del desayuno y el papel con el que envolvemos los bocadillos, el de textura distinta para secar derrames de cocina y sus derivados, los boletos de autobús, el de las impresiones de la computadora en la oficina, el de los libros que consultamos en la jornada de trabajo, el de las libretas en que escribimos y las agendas que ordenamos, y todo el día la presencia del intercambio de papel moneda. Sin embargo, pocos conocen cómo es producido el papel, de dónde sale y qué problemas enfrenta.

Tras las huellas del consumo de papel
El consumo de papel reciclado en México es uno de los más altos del mundo. “Ocupamos el cuarto lugar en el índice internacional de utilización de la fibra”, comenta el doctor José Peregrina, director del área de innovación de las empresas productoras de papel más grandes de la república, que tienen sus instalaciones en Nuevo León.

Entre otros aspectos, Peregrina, egresado de la Universidad de Guadalajara con especialidad en celulosa y papel, en el Departamento de Madera, Celulosa y Papel, DMCyP, cita que, por ejemplo, en México se consumen 70 kilos de papel al año por persona, mientras que en Estados Unidos asciende a 700 kilos por persona.

“Si se gasta más empaque, significa que la producción de mercancías aumenta. Si se consume más papel de escritura e impresión, significa que la cultura y el conocimiento, así como la transmisión de datos, están en expansión. Si utilizamos más productos sanitarios y faciales, quiere decir que el país está creciendo en número de habitantes y aumenta el bienestar y salud de la población, y si se incrementa el uso de papeles especiales es indicativo de que la industria está en expansión”.

¿Nos imaginamos la vida sin papel? El papel está ligado directamente al desenvolvimiento, al bienestar común. Su consumo per cápita es indicador para la ONU del grado de desarrollo de cada país, afirma Peregrina.

“El consumo total de fibras el año pasado fue de cinco millones 224 mil toneladas, de las cuales cuatro millones 418 mil fueron recicladas; de esa cantidad, únicamente tres millones 57 mil son de origen nacional y el resto fueron importadas, es decir, que importamos papel de desperdicio para producir lo requerido para nuestras actividades, porque no tenemos bosques”, informa el doctor José Turrado y Saucedo, investigador del DMCyP y además promotor del desarrollo de la investigación en la industria del papel y la celulosa de Iberoamérica.

“No destruimos arboles para hacer papel”, asegura Turrado, y agrega: “La mayor riqueza del país es su potencial humano. Por ello la producción se ha sostenido en el manejo de la fibra reciclada, en la que los especialistas han desarrollado un nivel tecnológico y de conocimiento que les permite fabricar uno de los papeles de baño mejores del mundo, que son exportados a Inglaterra, que tiene normas exigentes para importar este producto. La ventaja en el manejo diestro de la producción de papel reciclado, está a punto de perderse ante el impacto de los países asiáticos. Por ello los productores mexicanos se capacitan de forma acelerada en diseños de nuevos equipos, fabricación, transformación del uso del papel, en fin, la actividad es incesante”.

La intención es “incrementar la existencia de más bosques para volver a tener una industria fuerte de celulosa, como en el pasado, en que éramos más fuertes que Brasil. Los bosques traen diversidad animal, lluvias, evitan la erosión de suelos, cambian para siempre a los países, y la industria mexicana del papel dejaría de ser dependientes de países desarrollados”.

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