En esta época de la historia importa más la ropa que traes puesta que tú como persona. Todo tiene un precio, todo puede ser negocio, nada escapa a la frivolidad del dinero. Es la ambición lo que ha producido la decadencia de la humanidad, pues es la ambición lo que nos ha llevado a dejar de querernos como seres humanos y comenzar a querernos como un bien material, el deseo es utilizado como un arma y no como un mecanismo de progreso, de superación.
La debilidad de una persona es una oportunidad para otra, en cambio la fortaleza de la sociedad, es una oportunidad para todos. México es fuertemente golpeado día con día, el individualismo, el egoísmo —o  como se le quiera llamar— es lo que frena a nuestra nación, es lo que nos hace vulnerables ante los demás. “Divide y vencerás”, hemos sido divididos y estamos siendo vencidos, nuestras libertades sociales son cada vez menos, experimentamos la esclavitud del siglo XXI.
Irónicamente celebramos el Bicentenario de nuestra Independencia. La voluntad general es silenciada, pero no todo está perdido, afortunadamente la razón no se puede mercantilizar ni enajenar, es sólo cuestión de ponerla en práctica.