El lenguaje visible de Esquinca

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    Cuenta Bernardo Esquinca que su profesión frustrada es la del músico y que la única ocasión en la que pudo disfrutar de la oportunidad de convertirse en uno tocó la guitarra de espalda al público. Esta anécdota puede dar una idea del temperamento al que le debemos Los escritores invisibles (FCE, 2009).
    No es fácil encontrar historias que apelen al lector contemporáneo en su mismo lenguaje, y que no sean producto de la condescendencia tanto al mercado literario como al de la academia. Lo dice el protagonista al relatar su frustración ante un desencanto amoroso: “Todo el día me ha perseguido una sensación de desasosiego. Pero, ¿por qué decirlo así? Me lleva la chingada y punto”. Jaime Puente, el protagonista de esta novela, camina una ciudad sin nombre que deja entrever una memoria ficcional de Guadalajara. Una Chapala, reflejo de los vacíos citadinos que se han llenado de tantos significados que asfixian las posibilidades de exploración, y tal vez más importante, de encuentros.
    Por las páginas de Los escritores invisibles desfilan personajes literarios de toda índole. Desde el editor indolente, hasta el escritor inédito, pasando por los lectores “macho”, esos que pedía Julio Cortázar en la época menos feminista y políticamente correcta del mundo literario. Son, sin embargo, los escritores que no publican los que provocan la puesta en escena… el mismo protagonista de la historia conoce hacia el final el precio que conlleva ver la obra publicada.
    Es un libro con pasajes eróticos y literarios que se antojan una probada del potencial narrativo de Esquinca que no obstante no llega a cuajar del todo. Un libro que con todo hace de esa carencia su mérito al añadir con ello una atmósfera más creíble a la historia que propone. El autor, que fue colaborador de Radio Universidad de Guadalajara, propone el gesto de la provocación como el primer paso para liberar a la literatura del corsé de la academia. “En la pornografía está la salvación de la literatura”, escribe el personaje Jaime Puente. Tal atrevimiento es la propuesta de esta obra que abrevia en la literatura de Roberto Bolaño, Rubem Fonseca y Enrique Vila-Matas.
    Una novela perfecta para un círculo de lectores jóvenes como el mismo escritor sugiera: “Creo que los jóvenes pueden sentirse identificados con esta novela, independientemente de que les guste escribir o no. Y la parte erótica o picaresca, sin duda, les atraerá”. Así sea.

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