domingo, diciembre 7, 2025
domingo 7, diciembre, 2025

Perreo, electro y punk: literatura con sabor jocoso

La relación entre la música y otras narrativas fue abordada en esta charla entre risas, aplausos y la invitación a experimentar con la escritura

El salón 6 de la Expo Guadalajara está lleno de la energía que un viernes exige: outfits atrevidos, charlas enérgicas y una que otra palabra altisonante para los castos oídos con los que personalmente no cuento. FIL Joven, en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL), congenió perfectamente con esa vibra de viernes de perrear hasta el suelo.

En la charla: Perreo, electro y punk en la literatura los escritores Kiko Amat, Mónica Ojeda, Julián Herbert, Carlos Zanón y Aletz Carrillo “El Aletz” como moderador, llevaron las presentaciones como si caminaran al ritmo del beat marcado por el ánimo del público. Ese impulso abrió el primer cuestionamiento de la mañana:

“El punk destruye; el perreo sexualiza y el electro distorsiona. ¿Cómo funciona esto en la literatura?”

Amat, defensor del electro, dijo que éste “es fuerza, pero una fuerza que transforma la rabia en palabras y en energía más limitada. Tu entorno te ayudará a entender la oralidad”.

Mónica Ojeda habló de la cercanía entre música y literatura: “Conocí la literatura a través de la narración de mi abuelo. Desde ahí, privilegio el sentido antes que el significado, me gusta escucharlo, porque siempre hay algo que se inquieta, muta, y eso es lo que la literatura debe hacer”.

Herbert contó cómo terminó uniendo música y literatura desde su propia historia: “La realidad es que yo quería una guitarra, pero sólo me alcanzó para la máquina de escribir. Y eso no es malo; al final una canción narra una historia, le da fuerza con el coro y cohesión al relato. Y como dijo Celso Piña: ‘Si lo puedo tocar, lo voy a tocar’. Y justo es lo que intento hacer con la literatura”.

Carlos Zanón reforzó esa idea: “Debes tener esa energía para hacer algo que creías que nadie había hecho. Al final lo harás y te equivocarás, pero lo volverás a intentar y así lo crearás”.

Entre risas, comentarios y un ambiente que se sentía casi como la antesala de una batalla de rap —una barra tras otra—, llegó la pregunta del millón:

¿Por qué la literatura “seria” sigue siendo tan clasista?

Para Ojeda, esto ocurre por una razón que el arte intenta remendar: “Nos desconocen, el arte nos cose y reclama un poco a la vida”.

Zanón explicó: “Somos un koala que acoge a otro koala en esta rebelión que busca redención”.

Mientras para Herbert “las interclases y lo intergeneracional no son más que tristeza básica”.

Amat añadió: “Ahora somos los raros, los señalados, los criticados. Pero quizá en 200 años seremos material museológico y dirán que éramos geniales, como pasó con Dickens”.

“El Aletz” cerró con una frase que tensionó y aflojó el ambiente a la vez: “Escribir te da voz. No te hace mejor que nadie”.

Después vino la ronda de preguntas del público donde varios continuaban con esa vibra enérgica del inicio. Una chica en las primeras filas preguntó:

¿Cómo podemos apropiarnos de la narrativa de los corridos tumbados?

Herbert respondió: “El mercado se come todo. Entonces yo agarraré el volante, no voy a soltarlo. Es parte de nuestra identidad, aunque a muchos no les guste y esté asociado a cuestiones delictivas”.

Desde el fondo, una fan de Ojeda —después de confesarle lo mucho que ama su obra— preguntó:

¿Cómo afecta la música al cuerpo?

Una pregunta, que hizo suspirar a más de un ponente. Ojeda narró su experiencia adaptándose tras migrar a España y cerró con: “El cuerpo somatiza, y la música es el lenguaje del cuerpo: te reconforta, te hace vulnerable y te devuelve la fuerza que necesitas en el momento indicado”.

Para concluir esta ronda de preguntas del público, un estudiante de Negocios Internacionales preguntó: 

¿Cómo es que Latinoamérica ha incursionado con música en la literatura? 

“El Aletz” respondió, sin titubear: “Latinoamérica es muy variada y cada jerga se apropia, por ejemplo, de un género, como el reguetón, incluso me he visto en la necesidad de escribir un diccionario de reguetón, por lo que el hecho de que esté en la literatura, al final del día, refleja esa diversidad y adaptación”.

Así, entre festejos, aplausos, risas y la cordial invitación a buscar dealers de conocimiento musical y literario para conocerte y complementar tus futuras redacciones, fue como cerró esta charla.

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