Estamos en el restaurante El Balcón, en los altos del Portal Hidalgo, con el arquitecto Fernando G. Castolo, cronista del municipio de Zapotlán el Grande. Desde ahí se observa la prolongación de la calle Federico del Toro y los portales donde se ubica el Hotel Zapotlán. En ese hotel, cuenta Juan José Arreola, “Estábamos en la terraza (…) La que da sobre el jardín. Los tabachines florecidos se incendiaban bajo el sol. (…) La campana mayor de la Parroquia se puso a dar las doce lentas, profundas vibraciones del mediodía. Y Pablo Neruda se quedó ensimismado oyéndose a sí mismo: Ciudad Guzmán, sobre su cabellera/ de roja flor y forestal cultura,/ tienen un tañido de campana oscura,/ de campana segura y verdadera”.
La segunda parte de la conversación con el cronista se desarrolla en el archivo municipal, donde se encuentran algunos documentos de importancia. “Se tienen noticias de este archivo en documentos del siglo XIX, en donde lo citan. Pero este, actual, que conocemos, está gracias a que la presidenta municipal María Elena Larios González nombró a Juan S. Vizcaíno para que lo organizara en el año de 1977”, explica.
“El archivo tiene casi completa la colección de actas del H. Ayuntamiento de 1813 a la fecha. Ella nos brinda una narrativa histórica, trascendental y episódica del pueblo a partir de lo que se iba determinado al interior del Cabildo. Vizcaíno hizo una recopilación en siete libros con el título de Crónicas de Zapotlán. Él rescató lo más medular de los contenidos de las actas de Ayuntamiento. Las separó al final mediante un índice temático. Por ejemplo, en qué actas se cita a la feria de Zapotlán, sobre el mercado, las carnicerías», sigue contando Castolo.

«Yo seguí con este ejercicio en un libro que titulé Testimonios del Ayuntamiento, un recuento del año de mil novecientos al dos mil, apegándome a temas trascendentales. Uno de ellos es el cambio de nomenclatura que se les hizo a las calles en los últimos cien años. Por ejemplo, a la calle Del Teatro se le cambió por Refugio Barragán de Toscano, la novelista del siglo XIX que escribió La hija del bandido. Otro es como se fue conformando la feria profana de la ciudad. Ahí se narra cómo iban a quedar arreglados los diferentes puestos de las vendimias. Por las actas se puede analizar la evolución de este acontecimiento festivo que ya va a cumplir doscientos años de organizarse.
—¿Y la antigua Plaza de toros?
—En un documento que rescata Vizcaíno informa que la plaza de toros se ubicaba en la plaza principal. En los documentos que yo analizo, la ciudad tiene otras plazas improvisadas. La antigua plaza de toros era como La Petatera de Colima. Juan José Arreola la recuerda en su libro De memoria y olvido: “Teníamos un palco en esa plaza forrada de tule, que era toda una inmensa cesta, fragante como aquellas en las que vendían los higos de Esmirna”. En ese lugar, la plaza, desde 1906 es el parque Juárez. Se inauguró en esa fecha para festejar el centenario del natalicio del Benemérito.
—¿Otros documento de importancia?
—Comentaré dos. Se conserva en el archivo el Decreto original de cuando se le cambia nombre a Zapotlán el Grande por Ciudad Guzmán, con fecha 19 de abril de 1856. Santos Degollado decide honrar la memoria de Gordiano Guzmán nacido en Tamazula. En el mismo Decreto se ordena que Tamazula sea de Gordiano y Zapotlán, que ya era ciudad desde el 27 de marzo de 1824, pierde el nombre y se le agrega el apellido de Guzmán. Queda entonces como Ciudad Guzmán.
El otro documento que en el archivo se conserva, es el Decreto de cuando le otorgan el título de ciudad a Colima. Cuando lo dimos a conocer nos pidieron los colimenses una copia facsimilar. Se les obsequió y ellos la colocaron en el Salón de Cabildos de la ciudad. La alcaldesa presentó un agradecimiento público sobre este testimonio. Al compartirlo sirvió para los protocolos del hermanamiento de Colima con Ciudad Guzmán. Este Decreto estaba entre la colección de ellos que resguarda el archivo y que son de finales del siglo XVIII, el XIX y principios del XX.
—¿El archivo ha hecho trabajo editorial?
—En el archivo se han editado alrededor de un centenar de libros. No sólo de historia, también de literatura. Esta actividad hizo que Zapotlán tuviera una presencia regional. Abrimos, hace tiempo, un foro para autores cuya área de estudio fuera esta ciudad y su municipio.

Este es un “archivo virgen” por decirlo así. Es un descubrir todos los días testimonios documentales del municipio y de la región. Aquí se resguarda un cuaderno que contiene unos apuntes originales de Clemente Orozco. Quizá pertenecieron a don Alfredo Velasco Cisneros, amigo del muralista, y él los donó a la ciudad. Lo cierto es que ahora son propiedad del municipio y están bajo estricto resguardo.
Para investigar se debe hacer con “ojos de alinde” (ojos de aumento) como se lee en La Celestina. En el archivo encontramos el acta de matrimonio de Refugio Barragán con don Estevan (sic) Toscano, oriundo de Atoyac, acontecido en 1869. Ahí se afirma de ella: “doncella de 20 años de edad”. Su acta de nacimiento sostiene que nació en Tonila en 1843. Comparadas las dos actas, nacimiento y matrimonio, se concluye que la doncella se quitó seis años de edad. Peccata minuta. Una de las principales calles de Ciudad Guzmán lleva su nombre.