El Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) ha consolidado un proyecto que va más allá del aula: las Brigadas de paz. Esta iniciativa, nacida durante la pandemia, ha transformado la dinámica social del centro universitario, creando espacios de apoyo emocional y desarrollo humano para estudiantes que históricamente han enfocado su formación en las ciencias exactas.
«Las brigadas de paz empezaron haciendo actividades por zoom, pues empezaron a emerger muchos casos de violencia y psicológicos por el tema del aislamiento», explicó Isael Pérez, encargado del proyecto.
Lo que comenzó como una respuesta de emergencia se ha consolidado como un programa que redefine lo que significa estudiar ingeniería en la Universidad de Guadalajara.
Rompiendo el molde
Citlali Almaguer, colaboradora desde la fundación de las brigadas, es clara sobre el propósito: «Tener un espacio para atender esas necesidades humanas con la finalidad de salir del cliché de lo que es CUCEI para otros centros universitarios». El éxito, según ella, radica en lograr un desarrollo humano integral que se expanda como una red de confianza entre estudiantes.
El proyecto no trabaja solo. Ha tejido alianzas estratégicas con la Defensoría de derechos universitarios y el Instituto de la Mujer de Tlaquepaque, y ha despertado el interés de la Universidad de Querétaro, que busca replicar el modelo. «Es positivo ver a la universidad no como un edificio frío, sino como un espacio vivo de interacción«, enfatiza Pérez.
Transformación en acción
Los cambios más evidentes se ven en quienes participan. Los estudiantes de servicio social descubren habilidades blandas ausentes en sus clases, como lo son la solidaridad, empatía y compañerismo. Entre otras iniciativas, han propuesto un mural colaborativo entre carreras para consolidar amistades que trascienden las aulas.
Quienes llevan más tiempo en el proyecto, hablan de una metamorfosis personal: de ser retraídos pasaron a desarrollar habilidades sociales, proactividad, seguridad y liderazgo.
Impacto real, vidas transformadas
Más allá de las estadísticas y reportes, el proyecto ha sido refugio para estudiantes que enfrentan crisis personales profundas. Citlali Almaguer e Isael Pérez reconocen que ayudar a estos alumnos les ha aportado algo trascendental en su propio desarrollo humanístico.
La invitación está abierta. Los estudiantes buscan que más compañeros se unan a este ambiente donde se conoce gente de otras carreras y se rompen barreras tradicionales.