
Equipo. El trabajo en equipo con mis compañeros es súper importante, la verdad. Ahora en Doce Lunas, trabajar con Enrique (Arreola) fue una delicia. Ya habíamos hecho una película juntos anteriormente y fue muy fácil trabajar con él porque es un gran actor. Tener un buen trabajo colaborativo con la dirección también es fundamental. Con Vicky (Victoria Franco, directora de Doce Lunas) fue intenso, porque ella es muy fuerte y guerrera. Se ve como una persona dulce, pero también es alguien que te lleva a lugares extremos; pero nos adoramos, me encantaría volver a trabajar con ella. Sofía. Al actuar con Sofía aprendí muchas cosas: a no juzgar, a empatizar con muchas mujeres que pasan por momentos de tristeza y depresión, y a quererla. Nunca me había pasado que estuviera por mucho tiempo en el personaje, 40 minutos o una hora, y seguíamos rodando y rodando; y me dejaban estar ahí. Motivación. La razón principal cuando elijo los proyectos es el guion. Para aceptar formar parte de una producción, la historia me debe gustar. Ya después si la historia viene acompañada de un buen personaje, qué mejor, ¿no? A veces, aunque sea un personaje pequeño o simple, si es una buena historia la voy a hacer. En Doce Lunas lo tuve todo: una buena historia y un buen personaje, esos que siempre quieres que te ofrezcan. Nuevas narrativas femeninas. Con esta película (Doce Lunas) me di cuenta de lo necesario que es que existan historias que hablen de la salud mental y presión social que viven muchas mujeres. Yo misma al leer por primera vez el guion pensé: una mujer que lo tiene todo, ¿por qué está deprimida?, ¿por qué tiene problemas de salud mental y adicciones? Pero es entender que puedes estar casada, ser exitosa laboralmente o ser atractiva, y aún así pasar por todo lo que pasó Sofía. Al adentrarme al personaje, mucha gente me comenzó a contar de personas que conocían, o empecé a conocer mujeres que vivieron estos desafíos. A mí esto me impresionó, y por eso quise hacer la película.