Violencia: ¿un problema de los universitarios?

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De la violencia en las relaciones de pareja se habla constantemente, aunque al hablar de ello, se habla del otro, de personas ajenas a nuestra vida, a nuestros sentimientos, a nuestras relaciones y nuestras responsabilidades. Pareciera que el problema no nos atañe o no nos afecta personalmente, o directamente… pareciera. Sin embargo, la violencia está más cerca de nosotros de lo que queremos suponer, percibir o incluso aceptar. Cuando nos referimos a “nosotros”, tenemos en cuenta no sólo a la sociedad en general, sino también a la comunidad universitaria (a los estudiantes, profesores, trabajadores, directivos).
Hace más de tres años nuestro equipo (investigadores de la Universidad de Guadalajara) desarrolló un trabajo acerca de la violencia en la relación de novios, proyecto que fue financiado por la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), y cuya muestra eran precisamente los estudiantes universitarios. El objetivo: identificar creencias en torno a la violencia de pareja, y particularmente si nuestros alumnos han vivido relaciones violentas con su novio(a).
Los resultados de la aplicación de mil 796 cuestionarios a alumnas (mil 73) y a hombres (723) que se encontraban cursando alguna licenciatura (n=1208) o bachillerato (n=588) en nuestra institución, pertenecientes a ambos turnos, nos permitió identificar la media en edad de los entrevistados, que en el caso de los varones fue de 19.12 años y de las mujeres, 18.88 años.
Corroboramos que estudiantes de ambos géneros se han sentido maltratados. El 15.9 por ciento de las mujeres señaló haberse sentido maltratadas en la relación de noviazgo; mientras que el 10.9 por ciento de los hombres también indicó sentirse maltratado. A pesar de que los hombres también han dicho haber sufrido maltrato, se puede observar que las mujeres presentan mayor incidencia.
Al preguntarles si han sentido miedo de su pareja, la diferencia entre ambos géneros se amplía, siendo un 16 por ciento en hombres y un 23.3 por ciento en mujeres los que llegan a experimentar miedo a la reacción de su pareja. Se exploró también el conocimiento que las/los entrevistados tienen del maltrato y preguntamos si conocen amigos que han sido maltratados en la relación de novios, lo que fue confirmado por el 69.4 por ciento de varones y el 77.3 por ciento de mujeres.
En lo referente al tipo de violencia de la que han sido objeto, las medias más altas se presentan en la violencia emocional, por ejemplo, el incumplimiento de promesas afecta a las mujeres (X .92 DE 1.05), en tanto que retenciones forzadas afecta a los hombres (X.87 DE 1.01), con mínimo de 0 y máximo de 4. Es necesario mencionar que en estas relaciones ya se presentan episodios de violencia física y sexual en la pareja y que a pesar de tener las medias más bajas en ambos géneros, sí constituir un foco al que se debe prestar atención. No podemos olvidar que ya perdió la vida una estudiante de trabajo social como resultado de la agresión que recibió de su novio.
Si bien pudiéramos pensar que debemos analizar la situación psicológica de los alumnos que han manifestado haber sido receptores de violencia e incluso ampliar el foco de análisis a la familia o al contexto y las construcciones de género prevalecientes en la sociedad, la experiencia en la aplicación de los instrumentos nos ha llevado a pensar que debemos volver la mirada a nuestra universidad, por supuesto, para la implementación de programas preventivos de la violencia en las relaciones y en el desarrollo de una perspectiva de género, a través de una asignatura considerada en la currícula de todas las carreras.
También nos genera una reflexión que tiene que ver con la poca o nula colaboración que tuvimos de algunos (pocos afortundamente) pares docentes en la aplicación del estudio, para quienes el tema era intrascendente, al igual que el permiso de las autoridades universitarias.
Es motivo de reflexión la escasa molestia que les produce la violencia en las relaciones de noviazgo a los entrevistados (la media en los ítem más altos 2.84 en hombres y 3.32 en mujeres, siendo la mínima de 0 y máxima de 4).
Para finalizar, debemos comentar que en ese recorrido varias alumnas nos solicitaron información sobre instituciones en las que pudieran tratar su problema de violencia. No debemos obviar los resultados. Es urgente que en la currícula de toda la universidad y en el reglamento se refleje la perspectiva de género. Y que se proporcione información sobre la violencia de pareja, que ya se aborda en la mayoría de las universidades de Estados Unidos.
Conviene pensar seriamente en implementar un centro de atención para la población afectada. Esto indiscutiblemente incidirá en la formación de los alumnos. Estamos convencidas que si queremos como institución prevenir la violencia, debemos hacer lo que reza el refrán popular: “el que es buen juez por su casa empieza”.

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