Un paté sin etiquetas

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La conjunción de distintos estilos no es nada nuevo dentro de la música, aunque para muchos grupos es una necesidad que tiene como objetivo enriquecer las posibilidades de creación, además de intentar sacudirse las limitaciones de las etiquetas. Para Paté de Fuá está claro que la ruta a seguir está ligada completamente al núcleo de esta banda, debido a que las distintas nacionalidades de sus miembros tienen un efecto en la producción de cada una de sus canciones.

Desde el dixieland, cruzando por el tango y algunos toques de jazz, la agrupación constituida hace nueve años en la Ciudad de México aprovecha estos géneros para ganarse cada vez más un lugar en la competida escena de la música independiente, una estrategia que ha alcanzado distintas direcciones que le permiten desarrollarse tanto en el ámbito de los festivales, como en la acumulación de nuevos seguidores.

“Tenemos la actitud de mejorar. Hay bandas que surgen cuando los integrantes son adolescentes y, con el paso del tiempo, adquieren maduración. Con Paté de Fuá ocurrió distinto. Nosotros ya éramos músicos maduros y bastante profesionales. Aun así, tuvimos que aprender sobre los conciertos masivos, ya que el grupo estaba acostumbrado a tocar en clubs y en pequeños teatros, en ambientes muy controlados.

Cuando empezamos a crecer en los terrenos de lo popular fue que tuvimos que instruirnos, porque las dinámicas son distintas: experimentas una nueva sensación y la vivencia es totalmente diferente arriba del escenario”, menciona el argentino Yayo González, compositor, guitarrista y voz principal del grupo.

Película muda, el álbum más reciente de Paté de Fuá, representa una aventura que pretendió terminar en la idea de un disco doble, al mismo tiempo que también significa una revisión musical de su trabajo.

La producción fue metódica, aunque con un propósito poco efectivo: intentar abrir un antiguo campo de acción en una época en donde las grabaciones largas parecen estar fuera de contexto.

“La banda siempre ha sido muy ecléctica. Al momento de hacer el nuevo álbum nos dimos cuenta de que teníamos más de cincuenta temas. Así fue como hicimos una selección y preparamos un disco doble, algo que es un reto y un acto de rebeldía. Pensamos en hacer algo artísticamente ambicioso, pero, al final, decidimos lanzar sólo la primera parte, porque comenzamos a dudar sobre las formas de consumo actuales en la música. La decisión fue dividirlo en dos entregas, para que las canciones no se perdieran”.

Una de las partes que mantienen la forma de componer dentro de Paté de Fuá, es la percepción de que la música es un medio de aprendizaje. González lo define desde el punto de vista del melómano: “Los integrantes de la banda congeniamos mucho a nivel musical. Guillermo Perata y yo, quienes nos encargamos de las composiciones, tenemos mucha vocación de melómanos. Nos encanta escuchar música, no sólo de corte nuevo, sino que especialmente nos centramos en la investigación de todo lo que podamos encontrar. Como artistas siempre hemos tenido ese apetito y curiosidad de encontrar influencias que no sean tan conocidas”.

Respecto a las decisiones que ha tomado la agrupación para conducirse dentro de la industria de la música, el cantante especifica: “Paté de Fuá es un grupo peculiar, un suceso curioso con cosas buenas y malas. No conozco a ninguna banda que haya crecido desde una manera tan autosuficiente y tan alternativa, una manera de trabajo que nos ha costado caro. Sin duda hay un precio que pagar, porque la industria tiende a rubricar y a mantener cierto orden. La industria de la música tiene la necedad de encasillar y de catalogar. Por esta circunstancia, siempre ha sido complicado definir lo que hacemos”.

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