Te veo más tarde querido Aleister…

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Después de muchos años de trabajo he dedicado un estupendo domingo para disfrutar los pasatiempos mundanos. La gente invierte muchas horas de su vida en ello y ahora le doy la razón: es una delicia. Jamás creí decirlo, pero la televisión relaja la vida. No obstante —ahora también lo sé— lo vuelve a uno estúpido. No lo hubiera intentado si no escucho, anoche, cuando volvía a casa, a una pareja de ancianos comentar que esta mañana un canal de televisión transmitiría una película. Me interesé, desde luego, cuando atendí entre las sombras el nombre del filme y oí de sus labios mi nombre…
La cinta me llevó a un libro y ambos me trajeron a la memoria su caudal de imágenes. La memoria es implacable; en mi caso es algo insoportable. Alguna vez me gustaría perderla para siempre… ¿Todo indica que me he vuelto un viejo nostálgico? El acontecimiento me rigió a escribir algunas notas.
Esta mañana miré en la pantalla, por breves instantes, el delgado y encantador derrier de una Mía Farrow de veintitrés años: enervada por algún narcótico se soñó desnuda en un barco y descendió una escalinata bañada por sol. La he mirado y confieso que me ha excitado: ¿eso debería avergonzarme?
¿Hace cuántos años llegué aquí? Recuerdo haberme sentido fascinado por la lejanía del edificio, ahora tan cerca de la ciudad. Mi antiguo discípulo, Aleister Crowley, cuando se enteró de la construcción del edificio sobre la parte alta del Westside, en Manhattan, también se sintió atraído por él (en 1880 el dueño de la industria de las máquinas Singer contrató al arquitecto Henry Janeway Hardenbergh para su diseño y construcción) y, ya instalado, lo llamó con un nombre personal: Abadía de Thelema. Yo prefiero su nombre actual: Edificio Dakota. Se alza —ustedes ya lo saben— en la esquina de la calle 72 con Central Park. La película ofrece una toma aérea que al mirarla esta mañana no tuve menos que sentirme agradecido con Roman Polanski. Su obra es admirable y ha resistido el paso del tiempo.
El bebé de Rosemary es tal vez la mejor adaptación de una novela llevada al cine. Quien ha tenido oportunidad de verla y, luego leer el libro, lo debe saber. Quizás Ira Levin debió sentirse a la vez que satisfecho, un poco frustrado por las ventas de su texto, pues quien mire la película es posible ya no lea su historia. Cada detalle relatado en 1947 por Levin es reproducido por Polanski, quien es el culpable de haberla dirigido en 1968.
De hecho nos fastidió a todos. A partir de ese año, pese al alto costo de los departamentos, una cantidad enorme de personas se interesaron por vivir aquí. ¿O serías tú, Aleister Crowley, quien comenzó con esta atracción? ¿Todos por igual han tenido su merecido por perturbar nuestra privacidad? Yo me inclino en pensar que sí. Tres personajes importantes estuvieron en el Dakota: mi discípulo Aleister Crowley (conocido como el profeta negro); Boris Karloff (el actor de películas de terror), fue mi amigo y vecino; Roman Polanski filmó algunas escenas de su obra aquí (¿por eso los miembros de la secta de Charles Manson asesinaron a su mujer Sharon Tate? ¿Alguna vez contaré la verdad?), y a las puertas del edificio fue asesinado John Lennon por Mark David Chapman, el lunes 8 de diciembre de 1980.
¿Una última confesión? Decidí venir yo mismo a vivir aquí después de la película. Aunque no estoy del todo satisfecho con el resultado de ella: mi aparición es muy breve. Pero lo cierto es que la vista que tengo de Nueva York desde mi ventana todavía me convence. ¿Acaso también me siga atrayendo que Yoko siga aquí? De no ser por ella no hubiera tenido noches deliciosas en nuestros paseos por Manhattan. Ella ha sido una maravillosa compañía —tal vez por eso desee la muerte de su marido… Me incomodan, en todo caso, los ancianos de al lado. Debo hacer algo para resolverlo: esta noche me vestiré otra vez de sombras y los sorprenderé en sus sueños. ¿Son ellos los culpables de mi debilidad?…
Se ha hecho de noche: alcanzo a distinguir las luces artificiales y la oscuridad desde mi ventana. Ya es hora: debo volver al trabajo. Los ancianos no volverán a ver la luz.
¿Te cuento más tarde los detalles?

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