Rubén Anguiano Estrella

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En el corral de la casa de su infancia, ubicada en Comala, Colima, tenía su propia arca de Noé. Sus mascotas eran gallinas, cerdos, guajolotes, borregos, conejos, perros, gatos y convivía con vacas y caballos. “Siempre he sido devoto de los animales”, recuerda Rubén Anguiano, médico veterinario de profesión, quien evoca una época de su vida en el México rural de hace 60 años.
“Cualquier profesionista se hace por vocación o por imitación”, asevera el investigador, quien de sus abuelos y bisabuelos aprendió la dedicación para cuidar a los animales, y que desde niño tuvo la inclinación natural de tratar de curar a sus mascotas cuando se enfermaban.
En la Universidad de Guadalajara estudió la carrera de veterinaria y en la Universidad de Michigan cursó la maestría orientada a la especialidad de los equinos.
En pasados días fue distinguido por la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios, especializada en equinos, con la primera entrega del “Mérito gremial”, en el Congreso Internacional de Veterinaria. De esta forma reconocieron sus aportes académicos, los apoyos brindados a la asociación, los trabajos científicos presentados, su participación en la organización de congresos en Guadalajara, y el hecho de haber sido presidente de dicha asociación.

¿Se siente feliz con la profesión que eligió?
Estoy totalmente feliz de haber elegido esta profesión, que me ha dado muchas satisfacciones y la oportunidad de ser maestro de más de 40 generaciones de estudiantes de Guadalajara y de toda la república.

¿Cuáles son las mayores satisfacciones que le ha dado esta carrera?
Es una satisfacción múltiple, porque tiene que ver con lo académico y con la investigación, puesto que hemos tratado de estudiar las enfermedades y los problemas de los caballos. Como cirujano tengo la satisfacción de sanar muchas enfermedades que tradicionalmente no eran curables en los equinos. La profesión veterinaria y la especialidad me han relacionado no solo con veterinarios y estudiantes de todo el mundo, sino también con profesionales de otras áreas: medicina, política y de otras disciplinas, porque el caballo finalmente constituye un enlace importante con todos los extractos sociales y culturales.

¿Cuál es la enfermedad más grave que enfrentan los equinos?
La más importante universalmente es el cólico. Es una crisis de abdomen que lo lleva a la muerte rápidamente, pero ahora con la tecnología y con los recursos de que disponemos, se salva el 80 o 90 por ciento de los caballos que son intervenidos y tratados por veterinarios especializados.

¿Tiene alguna opinión personal con respecto a las corridas de toros?
Las corridas de toros, como otras actividades en las que intervienen animales, son tradiciones culturales de nuestro país. Es un poco contradictorio hablar de esto, porque a los toros los sacrifican para divertir a la gente, pero el toro fue genéticamente concebido como los gallos de pelea, que viven para pelear y pelean para morir. Creo que con dificultad el toro siente el castigo, por las condiciones genéticas que presenta de tanta bravura. Se bloquea, no siente, no sufre en la misma forma que sufren otros animales que no tienen esa condición genética, pero a veces resulta una barbarie asistir a esos espectáculos.

¿Cree que en México pudiera
desaparecer esa tradición?
No creo que vaya a desaparecer nunca. Cuando menos en el futuro inmediato. Desaparecieron en el norte de España, porque hay una vinculación política que no tiene nada que ver con la situación real de la protección animal.

Primera persona
El maestro Rubén Anguiano es investigador del Departamento de Producción Animal, de la División de Ciencias Veterinarias, del CUCBA, Fue distinguido con el primer reconocimiento que otorga la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios.

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