Ricardo Luévanos

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No sabe quién soy, pero me saluda por Facebook con toda normalidad. “Tengo registrados a mis veinte amigos y un montón de gente que luego resulta en contactos y trabajo”, explica. “Es lo más normal del mundo”, añade. Agendamos en su estudio, yo pongo las cervezas. Puntualísimo y adormilado, abre una puerta de cristal y una cortina de hierro: tres mesas amplias de madera clara en un local de la calle de moda sostienen dos grandes pantallas con pequeños teclados blancos frente a ellas, botellas vacías de toda clase de bebidas frescas, papeles, revistas y un rompecabezas otoñal de mil piezas. Ricardo Luévanos se graduó del CUAAD hace cinco años y desde entonces no ha parado de diseñarse un mundo extraño de flores, paisajes, letras.

De 9 a 2
Me cuesta trabajo diseñar cosas para mí mismo, así que nunca he tenido tarjetitas. Tal vez tendría más trabajo. Pero tengo mucho ahorita, y nunca me ha faltado, desde la carrera. Primero de freelance, luego en procesos de impresión en una marca de moda, Tatei; en el último semestre me tomé un descanso para dedicarme a la tesis y luego estuve varios años en Antifashion. Cuando me cansé de eso, estuve buscando por meses y me acuerdo que nadie me quería: en una farmacéutica me dijeron que no tenía el perfil psicológico para diseñar cajas, y en una marca de abrigos me rechazaron por ser muy arriesgado, creyeron que no iba a seguir el manual de identidad… pero la verdad es que hago de todo, de todo: me aburría de nueve a dos y en las tardes me dedicaba a mis proyectos. Ahora que tengo mi propio estudio con un amigo, sigo haciéndolo y me funciona.

Frivolidad
Cuando el año pasado expuse Conservación de los recuerdos en la galería Jorge Martínez estaba ya en una etapa de inquietud, de… sí, frivolidad, de que la gente conociera mi trabajo, que al ver alguna de mis ilustraciones, supiera que éste soy yo. Ya no tenía 21 años, ya tenía 24 y pensaba en otras cosas; llevaba algún tiempo haciendo ilustraciones para revistas y periódicos, tratando de darme a conocer. El paso más importante había sido publicar en la revista Nylon, que fue el estrés más grande de mi vida, todo me lo hicieron más difícil por el solo hecho de ser de Guadalajara. Luego de eso hice una serie de playeras con retratos de mis mejores amigos y me fue muy bien. Pero por lo que me volví más conocido fue porque hago todo el arte de Belanova desde Sueño eléctrico I. Denisse era mi amiga desde hacía tiempo y mucha gente cree que es por eso que obtuve ese encargo, pero en realidad fue muy difícil: ella no conocía mi trabajo hasta que fue a la exposición y le gustó tanto que compró algunos cuadros. Entonces le hice algunas propuestas gráficas, pero ella no es solista y otras personas intervienen con las decisiones. Ese fue el otro estrés más grande de mi vida: fueron como cinco meses de dormir tres horas por estar buscando alternativas, hasta que hubo un acercamiento directo con el mánager y los demás miembros de la banda. El resultado fue una comunicación muy constante, tanto que para el nuevo disco me dieron una palmadita en la espalda y me dijeron “Haz lo que quieras”.

Typo
Nunca me tatuaría un dibujo. Me gusta la tipografía. Claro, también el significado de la palabra, pero en general tengo una fijación por la forma de las letras. Con mi inicial, por ejemplo. Por eso tengo letras por todas partes, también en las paredes, en las almohadas, ahí y ahí. Y tengo letra bonita, pero mi firma es horrible. Es que empecé a firmar documentos desde muy chico, y tenía que inventarme algo. No la cambio porque sería un desmadre, pero por eso firmo diferente mis dibujos.

Flores
Siempre he estado rodeado de diseñadores de moda. Yo no lo soy, pero por una u otra razón he estado muy ligado a ese mundo. Y ellos siempre tienen en la mente el modelo femenino, la mujercita. Para darle variedad, yo siempre agarro modelos hombres. Al mismo tiempo me encantan las flores, la imagen de las flores, cómo se ven, son bonitas. Soy de ir a Mezquitán y comprar ramos, de llegarle a mi mamá con flores, de tener unas varas en agua en el estudio, o esa guirnalda, que es la misma de este collage. No sé, simplemente pongo juntas las cosas y ya. Se me facilita hacer las cosas así, por separado y luego unirlas, poner un filtro, añadir algún detalle a mano, efectos…

Anillos
Me gusta tener las manos adornadas. Tengo una colección de anillos, todo de diseños muy masculinos, toscos incluso. Éste es el de la suerte. Tengo otro como una cabeza de un cuervo. Una argolla con una leyenda. Otro con un círculo negro… empecé a comprarlos para probarme a mí mismo que podía conservar algo por mucho tiempo. Soy descuidado, suelo tener las cosas regadas. Pero llegó un momento en que ya no podía soportar de repente no encontrar unos zapatos, un libro, mil cosas. No debe ser.

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