Redescubrir El Quijote

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La lectura de Don Quijote de la Mancha puede ser una delicia para algunos, pero una especie de desafío para otros. Su lenguaje, propio del siglo XVII —que podría parecer algo rebuscado—, hace que muchos lectores no logren entender la genialidad de la historia creada por Miguel de Cervantes. No obstante, siempre se puede volver a esta obra clásica de la literatura universal. Es un libro que “se puede redescubrir siempre”, afirma el escritor y académico Dante Medina.

“Hay que redescubrirlo siempre y además haciendo explicaciones del gran narrador que era Cervantes”, afirma Medina, quien tomará la obra cervantina para dictar la conferencia de su ingreso al Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía Guadalajara.

El novelista e investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, considera que la mayoría de quienes leen la obra lo hacen hasta las primeras páginas, algunos acaban la lectura cuando Don Quijote lucha contra los molinos de viento o, quizás, hasta la Aventura de los Batanes. Pocos son quienes leen esta novela de corte caballeresco hasta el fin.

“Libros como El Quijote están pensados para otra época, son muy gordos, requieren mucho tiempo de lectura, mucha paciencia y hasta entrenamiento e información que pocos tienen. Hay quien dice que Harry Potter también es gordo y la gente lo lee, pero éste nos habla de cosas que entendemos muy bien en la semiótica de lo cotidiano, del imaginario colectivo de hoy en día, pero El Quijote nos habla de otro imaginario”, explica.

Medina profundizó en los simbolismos de Don Quijote de la Mancha cuando trabajaba el proyecto que llamó “Desentuertos y enmiendas”, en el que revisó obras emblemáticas de la literatura universal y que derivó en un libro.

En la ponencia que ofrecerá en el Seminario de Cultura Mexicana, que tituló “El final auténtico de El Quijote”, hará “una relectura” del último capítulo de la segunda parte de la novela.

“Hago notar algunos vacíos de la obra que no pudieron írsele a Cervantes. Son sesenta y tres tramos de escritura que le faltan al último capítulo y lo atribuyo a errores del cajista y el impresor del libro. Haré una enmienda en la que explico cómo, por qué y con qué proceso” llego a esta conclusión, dice el también cuentista.

Se pregunta cómo fue posible que Don Quijote en su testamento se haya olvidado de proveer para que su caballo Rocinante pasara bien sus últimos días, cuando se preocupó de otros detalles mínimos. Luego se responde diciendo que el impresor de la primera edición, de nombre Justino del Rosario, tenía el papel limitado y le faltó un pliego para poder imprimir todo el texto. “Tuvo que ajustarse a eso, por lo que cortó algunas partes”, explica.

En el proyecto de “Desentuertos y enmiendas” Medina incluye obras como Caperucita roja, Romeo y Julieta, La metamorfosis, El Principito, Las mil y una noches, Pedro Páramo y  Don Quijote de la Mancha.

“Mi idea fue hacer una especie de reinterpretación lúdica, cómica y hasta científica de algunas obras que me parece que podrían reescribirse. Son obras de la literatura universal que me han interesado mucho y poco a poco quise ir notando pequeños detalles creativos que otros métodos críticos no habían notado ni habían marcado”, dice.

Para el miembro de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística y del Sistema Nacional de Investigadores, es “un honor” ingresar al Seminario de Cultura Mexicana, gracias a la propuesta de Efraín Franco, académico y presidente del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes.

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