Que las plumas jamás dejen de escribir: Turati

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Quienes se dedican al periodismo son como los canarios que llevan a las minas: si éstos mueren, indican que aquel entorno es tóxico. Pero más que eso, ellos y ellas en realidad son las voces de quienes son ignorados, de aquellos que parecen gritar desde el fondo del mar, es decir, que no los escuchan.

Así fue como la periodista Marcela Turati describió a sus compañeros de gremio durante la cuarta edición de la Cátedra Javier Valdez, que esta ocasión tuvo como lema “Cuando el silencio es cómplice”, realizada el pasado 8 de mayo, en el Auditorio José Cornejo Franco de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola (BPEJ).

En este encuentro, organizado por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), Turati lo dijo firme: “Algo está muy podrido cuando el que tiene que mandar la nota se convierte en la nota; esto porque es asesinado, violentado o silenciado”.

Ese poderoso motivo es el que ha orillado a que muchos que ejercen la profesión en México hayan tenido que romper una de las primeras reglas que enseñan en la universidad: “Un periodista nunca tiene que tomar partido en la historia, no puede hablar, sólo debe registrar y callar”.

“Este país no nos dejó opción más que de defender la libertad de expresión. Somos una generación que tuvo que cambiar de rol, dejar los manuales, empezar a tomar otros roles y batallas”, mencionó Turati, quien por más de una década ha contado las historias de las víctimas de distintas manifestaciones de violencia.

Ante los presentes rememoró los pasos que la llevaron a realizar el trabajo que busca dar luz a la verdad; el mismo por el que más de 140 colegas han sido asesinados desde el año 2000 a la fecha; cifra que posiciona al país como el más peligroso para ejercer el periodismo y la libertad de expresión.

“Tras dejar mi trabajo en el periódico Reforma me volví freelance. Tenía miedo de que no me volvieran a contratar, estaba en la lista negra. Cuando Felipe Calderon llegó a la presidencia y comenzó la llamada ‘Guerra contra las drogas’, vi que en Chihuahua había más violencia que la normal; no sabía que me iba a convertir en corresponsal de guerra de mi propia tierra”, contó a los presentes, entre quienes encontraban estudiantes y periodistas de Guadalajara.

Después de eso, y de involucrarse con otros reporteros que fueron víctimas de la violencia, Turati y sus colegas comenzaron a atrincherarse para poner resistencia a la mancha de silencio que busca acabar con quienes trabajan para decir la verdad y confrontar al poder.

“Que no dejen pasar ni un solo intento de censura, que las plumas jamás dejen de escribir”, declaró, pues inicia desde cosas pequeñas y deriva en muerte incluso. “Matar a un reportero es silenciar regiones enteras”, sostuvo.

La autora de Tú y yo coincidimos en la noche terrible; Fuego cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco; La ira de México, Siete voces contra la impunidad, entre otros libros, reconoció el legado de Javier Valdez como periodista que cubría las historias alrededor del narcotráfico y como mentor de compañeros que comenzaban a cubrir esa fuente.

“Javier era nuestro hermano mayor, nos enseñó a cubrir estos temas de violencia. Era la persona que te decía qué sí podías hacer, qué no, cuáles eran las reglas; compartimos muchos viajes porque contábamos las historias de las víctimas de la violencia”, detalló.

El reto para los profesionales de la información, aseguró, es cómo seguir hablando de estas historias para que sigan importando: “Hay que construir un puente entre la dignidad y la esperanza, para que se puedan cambiar las cosas. También saber cómo cubrir estos temas cuando visitas fosas, morgues (y víctimas), sin perder la humanidad ni la alegría de vivir”, abundó Turati.

Señaló que, ante todo, el periodista debe llevar a la gente de la confusión a la complejidad, y explicar por qué suceden las cosas, por qué aparecen fosas; el por qué de los laboratorios, los despojos, quién lo permitió y quien es cómplice.

“Nos toca ver cómo haremos para defender la vida; estar contra el silencio es una lucha por la vida. Lo podemos hacer mediante pequeñas acciones: llevar la camiseta puesta, marchar, tuitear, cuestionarse, hablar en voz alta, poner resistencia con el cuerpo; todo eso es oponernos para que la muerte siga avanzando”, concluyó Turati.

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