Presentan el libro “Árboles de Puerto Vallarta”

Biólogas del CUCosta identifican que un tercio de los árboles de Puerto Vallarta son de especies introducidas

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Fotografía: Detalle de portada del libro "Árboles de Puerto Vallarta"

Aunque Puerto Vallarta cuenta con un territorio rico en biodiversidad, existe una tendencia en la presencia de árboles que no son endémicos de la región Costa Sierra Occidental de Jalisco.

«De 2015 a 2020 llevamos poco más de 8 mil árboles censados; tenemos 196 especies identificadas, de 57 familias distintas. Podemos identificar que una de cada tres plantas es introducida«, explicó Sandra Quijas Fonseca.

Ella es una de las investigadoras del Centro Universitario de la Costa (CUCosta) que participan en el libro Árboles de Puerto Vallarta, una publicación que muestra los resultados del primer censo de este tipo de plantas en el municipio, pero también es una guía de cada especie identificada, tanto endémica como exótica.

En el libro, que se puede descargar en este enlace, se explica el origen del árbol, sus nombres científicos y comunes; ilustraciones sobre sus formas, tamaños, frutos, flores, tipo de raíz, tiempos de floración, crecimiento de frutos, datos curiosos y más, de cada una de las especies.

Pero no sólo eso, también los requerimientos de riego, poda, exposición solar, tiempos de crecimiento y su pertinencia en distintas zonas de la ciudad; todo esto en forma de infografía.

«Hay mucho desconocimiento en las plantas que hay en la ciudad y ha habido pérdida de identidad natural”, dijo Tahamara Esquivel Rodríguez.

«La sociedad piensa que árboles como la jacaranda o el tabachín son originarios de Puerto Vallarta; es ahí cuando se pierde la identidad de cuáles son originarios y cuáles están en peligro o están en riesgo, incluso cuáles son adecuados para nuestras zonas», recalcó la bióloga egresada del CUCosta, quien es otra de las autoras del libro.

Dijo que, además, encontraron que la mayoría de los árboles se encuentra en mal estado de salud y que han estropeado la infraestructura, por ello se busca que se les dé un mejor cuidado.

Quijas Fonseca, quien es investigadora del Laboratorio de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del CUCosta, dijo que el censo se realizó en 14 parques, en calles y avenidas principales, manzanas de hasta siete hectáreas y unidades deportivas; en total fueron 35 puntos.

«Vimos que en los parques la gente suele plantar más especies exóticas que las nativas, pero en las calles es al revés, suele haber más nativas que exóticas».

Sobre la Isla del Río Cuale, una de las áreas verdes más destacadas, «muchos no saben que ahí casi no hay especies nativas, varios del género ficus; hay muy poca flora nativa que ha sido alterada», explicó Esquivel Rodríguez.

Quijas Fonseca externó que prácticamente todas las áreas verdes vallartenses han sido alteradas y que en éstas conviven especies endémicas y exóticas.

«Tal vez en espacios como en el río Pitillal se pueden encontrar manchones de vegetación nativa, pero se mezcla vegetación ribereña y otros tipos de plantas. En la ciudad, donde se conserva vegetación, es en el estero El Salado y quizá en una pequeña parte», expresó la investigadora.

Recordaron que El Salado es el único espacio que cuenta con protección estatal, pero otros puntos donde aún hay manglares no cuentan con ello, como Boca de Tomates y Boca del Río Ameca, zonas donde la presión urbana es constante.

Este estudio revela información que no se conocía con anterioridad, «es el primer censo de árboles en Puerto Vallarta«.

En este libro también participaron Angelita Valencia Mendoza, Joanna J. Suárez Torres y Ubaldo Sebastián Flores Guerrero.

La rosamorada es uno de los árboles autóctonos más comunes en Puerto Vallarta.

Especies de árboles más comunes en Puerto Vallarta

Tras más de cinco años de censar los árboles de este municipio de la región Costa Sierra Occidental de Jalisco, las investigadoras aseguran que el árbol que más abunda es el Tabebuia rosea, mejor conocido como rosamorada y que es originario de México.

«Otros que le hacen competencia es la palma de coco y el almendro; éstas dos sí son especies introducidas», indicó Quijas Fonseca, que apuntó que aunque es exótica no es invasora.

«En Puerto Vallarta tenemos especies introducidas e invasoras (que no se debería sembrar): el árbol de neem (Azadirachta indica) o el tabachín (Delonix regia)», detalló Esquivel Rodríguez.

Con el libro también se pueden identificar cuáles son las especies de árboles que presentan algún tipo de riesgo, según la Norma Oficial Mexicana (NOM).

“Dentro de la ciudad podemos encontrar especies que se encuentran en estatus de riesgo, amenazadas, en peligro de extinción y de protección especial; esa información la hemos generado a lo largo de cinco años”, declaró Quijas Fonseca.

Según la publicación, algunas de las especies que están amenazadas son la parotilla (Albizia occidentalis) y el papelillo rojo (Bursera arborea).

Sin registros de árboles patrimoniales

Hace casi 25 años en Puerto Vallarta se colocaron placas en cinco árboles del municipio, que por sus características fueron reconocidos como patrimoniales.

Las investigadoras se dieron a la tarea de encontrar los registros de dicha distinción, pero al parecer aquello sólo fue simbólico; aunque sí identificaron a tres sobrevivientes de los cinco árboles.

«Debido al mal cuidado, a que no se tomó en cuenta a la ciudadanía y que no se le dio mantenimiento, fue que murieron», denunció Esquivel Rodríguez.

Ante esto, la bióloga Esquivel Rodríguez emprende una iniciativa para identificar ejemplares patrimoniales en Puerto Vallarta. Y aunque el proyecto aún está en marcha ya se tienen contemplados 25, pues fueron nominados por la gente y ya se han ido a medir.

«Lanzamos una convocatoria para buscar nuevos árboles con potencial patrimonial; ésta fue en redes sociales y ha tenido buena respuesta, tanto que se quiso realizar en otros municipios», refirió.

Otro de los estudios que se emprende desde el Laboratorio de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del CUCosta es el impacto del retiro de la vegetación en la ribera del río Pitillal en los últimos años.

«Investigamos cómo se ha alterado la calidad de la ribera y cómo ha tenido implicaciones en los distintos servicios que se proveen en estos ecosistemas», concluyó Quijas Fonseca.

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