Por el fin de la apatía

905

Con una radiografía política y social en la que describió la penosa situación que envuelve a nuestro país, en la que incluso cabe la pregunta ¿Quién gobierna a México?, se presentó el jueves 28 de agosto en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, la politóloga mexicana Denise Dresser, quien impartió la charla: “De la sumisión a la participación ciudadana”.
Invitada por la licenciatura en estudios políticos y gobierno, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), al inaugurar su ciclo semestral, Denise Dresser mencionó todas las penalidades económicas, políticas, legales, sociales, estructurales por las cuales el mexicano con el transcurrir del tiempo se ha familiarizado con lo más mediocre, en la que no cabe un cambio, pero que tanto “erosiona la fe de los mexicanos”.
“De ahí viene la reiterada frase del mexicano, cuando dice: ‘Por lo menos… hay otros países más corruptos, Por lo menos… hay paz social, Por lo menos… Guatemala y El Salvador están peor que nosotros. El por lo menos ha terminado en convertirse en nuestra defensa de la mediocridad”.
Por lo mismo, Denise Dresser invitó al público a elaborar su propia lista de virtudes contra la apatía, “para pelear contra la complicidad del desastre”, ya que “las mismas razones para perder la fe en México son las mismas para recuperarlas. Así que cada quien podría hacer su propia lista de cualidades para seguir creyendo”.
Durante su intervención, la politóloga mexicana preguntó al público sobre quién era en realidad el que gobernaba al país: ¿la Secretaría de Educación Pública o Elba Esther Gordillo?; ¿el gobierno o las televisoras?; ¿el Instituto Federal Electoral o Ricardo Salinas Pliego?; ¿la Procuraduría de Justicia o Mario Marín?; ¿la Secretaría de Comunicaciones o Carlos Slim? “Eso, y no la caída de los precios del petróleo, es lo que nos afecta”.
“El gobierno debe dejar sus intereses personales y debe preocuparse por los intereses del pueblo y no perpetuarse con un manojo de frankensteins. Hay que cambiar el capitalismo de clases que controla el transporte, las telecomunicaciones, la educación y la energía, pues sólo están dedicados a atacar la competencia y constreñir al pueblo”.
Para lograrlo, dijo, “es necesaria la participación ciudadana, que es educada por las autoridades para rendir tributo al pasado; una educación para empoderar a sus allegados y crear ciudadanos apáticos, conformistas, sumisos y que sean incapaces para asumir los retos del futuro”.
Mencionó que cada seis años, México vive una época de ilusión en la que un político quiere erigirse como salvador del pueblo y ser el redentor de las mayorías, como ocurrió en el año 2000, por lo que los ciudadanos no deben servir de comparsa ni caer en esa complicidad, porque “no hay salvadores ni redentores, sólo ciudadanos comunes. La resignación es el brillo a veces de nuestra gente y el conformismo ante la corrupción”.
Por ello, “hay que volver a que los ciudadanos de este país tengan asegurados sus derechos y acostumbrarnos a luchar por ellos”. Por lo mismo, subrayó, hay que buscar los muchos ombudsman cotidianos, héroes y heroínas cotidianos, a los que habría que sumarse”.

Artículo anteriorJavier Audirac
Artículo siguienteFalta grave