InicioEspecialesPlaza Brasil, una muestra de hermandad 

Plaza Brasil, una muestra de hermandad 

En este sitio emblemático, ubicado cerca del Estadio Jalisco, hay un monumento que representa a tres futbolistas, homenaje al deporte que ha creado un vínculo de cariño entre la selección verdeamarela y los aficionados tapatíos que perdura desde el Mundial del 70

-

La hermandad entre México y Brasil se remonta a los años 70, cuando nuestro país fue sede del Campeonato Mundial de Futbol y la selección carioca disputó todos sus partidos en el Estadio Jalisco, con excepción de la gran final, en la que derrotó a Italia en el Azteca.

Fue en ese entonces que el equipo liderado por Edson Arantes do Nascimento “Pele”, Jairzinho, Carlos Alberto y Tostao, conquistó el cariño de la afición tapatía, convirtiendo a Guadalajara en su segunda casa, mientras que los aficionados adoptaron a la “verdeamarela” como un segundo equipo, hecho que sigue vigente a más 50 años de distancia de aquella participación.

El estadio Jalisco albergó 10 partidos de la selección brasileña durante los Mundiales de 1970 y 1986. La verdeamarela jamás perdió en la Perla de Occidente, al obtener 9 victorias y un empate, registrado en el encuentro ante Francia en 1986, y posteriormente disputó algunos encuentros amistosos en esta ciudad.

Foto: Fernanda Velázquez

Luego de concluida la justa mundialista de 1970, fue inaugurada la Plaza Brasil, que representa la gratitud de la ciudad de Guadalajara a la selección de aquel país sudamericano.

La plaza, ubicada sobre la Calzada Independencia Norte en su cruce con  las calles Tikal y Mitla, justamente entre el Estadio Jalisco y la Plaza de Toros Nuevo Progreso, cuenta con un área de jardín y árboles, donde destaca una escultura en bronce que representa a tres futbolistas, uno de ellos, el portero saltando para disputar el balón.

Esta escultura es obra de Miguel Miramontes, quien nació en Guadalajara el 8 de mayo de 1918, y fue sastre, boxeador, jugador profesional de futbol y orfebre. En la escultura se inició como aprendiz del maestro Agustín Espinosa, autor de casi todas las imágenes del Templo de la Merced, con quien estuvo por tres años. En el año de 1947 viajó a la Ciudad de México para matricularse en la Academia de San Carlos.

Foto: Fernanda Velázquez

Según confesión del propio Miguel Miramontes, la escultura que más satisfacción le proporcionó fue precisamente la ubicada en la Plaza Brasil, autorretrato de su recio carácter y experiencias de su militancia como futbolista profesional.

Hoy en día este espacio, además de ser visitado por los amantes del futbol, es aprovechado por quinceañeras y novios quienes realizan allí sus sesiones de fotografía. 

En alguna ocasión el astro del futbol brasileño Pelé declaró que “México es un país que no puedo olvidar por el cariño, por la atención que me dieron y por cómo me trataron”.

Plaza Brasil quedó como testigo de este amor entre la selección brasileña y la afición Tapatía.

Más