Pague rapidito o ya verá

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Los engaños y omisiones son dos de las estrategias a las que recurren algunos cobradores para requerir el pago de los adeudos vencidos por el uso de las tarjetas de crédito.
Mario Alberto de Santos Jasso es un chavo de 19 años que trabajó de junio a agosto de este año cobrando adeudos vencidos de tarjetas de crédito correspondientes a una tienda departamental con sucursales en diferentes puntos del país. Él conoce las artimañas en que incurren muchos para conservar su empleo y ganar una comisión que hace la diferencia entre un pésimo salario y uno suficiente para satisfacer sus necesidades.
La tienda departamental para la que Mario Alberto cobraba, ofrece tarjetas de crédito para comprar mercancía a tres, seis y nueve mensualidades, con intereses del dos por ciento. “En realidad no es mucho lo que cobran. El negocio está en que si compro un pantalón y no lo pago, el costo aumenta por los intereses”.
“Llamaba por teléfono a personas con adeudos de cuatro a seis meses de retraso. Por lo tanto la cobranza debía ser más ruda. No podía hablar a la gente sólo recordándole que debía de pagar. Por indicaciones tenía que decir que trabajaba en el área prelegal, porque después de medio año de adeudo la cuenta la ponen en manos de un buffete jurídico y a la empresa le sale más caro.
“Tenía un compañero de Sinaloa, quien se caracteriza por hablar golpeado. Él les decía a los clientes morosos hasta de lo que se iban a morir. Incluso le han llamado por eso la atención. Su forma de trabajar le funciona. Es de los que más cobran. Es capaz de amenazar con embargar hasta los juguetes de los niños.
“Hubo un caso de un tipo que insultaba a la gente. Se metía con la familia de los clientes y lo hacía en un tono cada vez más fuerte, hasta que la empresa de plano tuvo que tomar medidas y lo despidió”, cuenta Roberto Argí¼elles, un joven también de 19 años, quien trabajó de cobrador de adeudos vencidos de tarjetas de crédito departamental por nueve meses.
Muchas veces para hacer pagar al cliente se juega con su mente y su miedo. Mediante estas tácticas puede recuperarse más de lo esperado, y eso es ganancia para la empresa, más en estos tiempos de crisis.

Condusef reporta
Datos proporcionados por Adriana Romo López, delegada de la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de las Instituciones Financieras en Jalisco (Condusef), indica que en lo que va del año alrededor de 60 personas en Jalisco se han quejado por la cobranza de adeudos vencidos de tarjetas de crédito que no les corresponde pagar. “Eso llega a suceder cuando una persona renta una casa que antes era alquilada por un deudor. Entonces molestan al nuevo inquilino y no le creen que él no debe”.
Hay que agregar alrededor de 100 más por personas que reciben distintos tipos de presiones por las empresas que se dedican a la cobranza, como insultos, amenazas de embargo, de meterlos a la cárcel, porque les llaman hasta 20 veces al día, en la madrugada y fines de semana o también les colocan un letrero fuera de su casa, con la leyenda: “Este es un cliente moroso” lo llaman a los trabajos de las personas.
La Condusef recomendó a los deudores enfrentar a la institución, no esconderse, dar la cara y ver la posibilidad de reestructurar la deuda.

Timar al cliente
“La empresa nos decía ‘no mientan al cliente’, pero díganle las cosas de tal manera que se asuste”. Es decir, uno no puede amenazar con meter a la cárcel, porque esto no se puede hacer, pero el cobrador puede dar a entender que sí es posible. Quien se dedica a la cobranza tiene que ser formal y manejar términos legales. “Las personas lo escuchan a uno serio y hasta creen que les habla un abogado”, cuenta Mario.
“Los jóvenes que trabajan para ese tipo de empresas no es que mientan: más bien no dicen la verdad completa. Yo no era muy bueno para cobrar a la gente. No me gustaba, porque sabía que los estaba timando. Por eso muchas veces llegué a cancelar seguros sin cobrar”.
Una de las instrucciones que dan –señala Mario– es no dejar que el cliente cancele la tarjeta, porque a la mera hora tiene la tentación y la posibilidad de comprar algo más. Los cobradores incurren a diferentes artimañas para que la gente no anule la tarjeta. Una de ellas es prometer la cancelación dentro de dos meses, para que el cliente pierda interés y no vuelva a pensar en ello. “Realmente los procesos son electrónicos y la cancelación puede hacerse en un día”.
“Había gente que no tenía ni idea de lo que era la tarjeta de crédito. Una vez activada, la empresa otorga un seguro. Este es cobrado aun cuando la persona no haga compras. Uno podía ir con el supervisor e indicar que lo cancelaran, pero como los empleados reciben comisión, uno de repente decía: “usted debe 500 pesos, pero si ahora paga 300 pesos, su cuenta queda saldada”. Después va uno con el supervisor, cancela el seguro y los 300 pesos cuentan para la comisión”.
Si las personas quieren solicitar la cancelación del seguro, tienen que ir a servicios al cliente de la tienda donde se adquirió la tarjeta. A la hora de hacerlo tiene que fijarse qué es lo que firma: “Si el cliente firma el documento en la parte donde dice que también adquiere un seguro, pues se lo cobran. La gente no debe firmar sólo porque se lo indiquen. Tiene que leer todo el documento”.
A los chavos que trabajan en el área de cobranza les pagan un salario de 1,200 pesos quincenales, reporta Roberto Argí¼elles. Lo que mejora el salario es el bono y la comisión. “Si éstos complementos no se recibieran, no valdría la pena hacer 150 llamadas en el lapso de seis horas”.

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