Pablo Herráiz

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Doctor en Historia del Arte Contemporáneo, Pablo Alonso Herráiz además de ser un especialista en pintura y escultura, se ha dedicado a la gestión cultural y a la reflexión en torno al proceso creativo.

Como artista plástico multimedia y diseñador ha ensayado un ejercicio de interdisciplina con variados intereses en torno a la filosofía, la antropología, la sociología, la lingüística, la historia, la arquitectura e, incluso, la medicina. Justamente por ello, el énfasis en el proceso creativo ha dado lugar al taller “De la idea a la obra”, orientado a un amplio sector que incluye a diseñadores gráficos e industriales, artistas visuales, especialistas en danza, estudiosos de cine, académicos y profesores de arte, y que impartirá en el Laboratorio de Arte Jorge Martínez del 18 al 20 de mayo. Un ejercicio reflexivo sobre el camino que el artista recorre para crear y que, contrario a la apariencia misteriosa y casi mágica que lo rodea, se desarrolla de acuerdo a un funcionamiento causal que puede ser observado y, en alguna medida, explicado.

¿A qué obedece esta propuesta de taller?
A la necesidad de cuestionarnos cómo nace la idea en un proyecto y, en el proceso, a desmitificar y derrumbar algunos mitos en torno a la creatividad, un ejercicio útil e higiénico para el artista. Es importante discutir cómo se triangula el proceso de creatividad entre el autor, la obra y su mundo, para comprender cómo en torno a la creación hay un mundo de gente, de influencias, de préstamos que no tiene que ver con esta idea que tienen muchas personas de cómo nace una obra de arte.

¿Cuáles serían algunos de estos mitos que habría que derrumbar?
El principal de ellos, pensar que el artista crea con base en un proceso de inspiración que no sabe de dónde viene, creer que la creatividad nace de un lugar desconocido, imaginario, casi mágico. Esto no es cierto. De hecho, la inspiración en un artista es producto de una unión múltiple que introyecta y absorbe todas las referencias que va teniendo en su vida tanto artística como personal; proceso en el cual sucede una transformación que es de donde nace la idea, y que algunos malentienden como proceso de inspiración. Es, como mencionaba Mijaíl Bajtín hablando de la obra de Dostoyevski: una polifonía de voces, de discursos de otros; una noción de dialogismo en la que existe un universo de influencias y presencias. Comprendiendo esto, la obra entonces no es una cosa que esté sacándose de la nada. Hay que entenderla como un convivio en el que el artista realmente toma préstamos, elementos que adhiere a su forma de trabajar y como resultado genera una obra múltiple, una obra que es el resultado de un mosaico infinito de influencias.

¿Qué papel juega la interdisciplinariedad en la generación de ideas?
Hay que considerarlo, pero con mucha cautela. Este término en los últimos tiempos se está malentendiendo. No se trata de abordar muchas disciplinas sin abonar conocimiento sustancial. Sería importante entonces buscar un justo medio en el que un artista o investigador trate de llevar a cabo un proceso de inmersión en un espectro de opciones para que el proyecto sea realmente nutrido sin diluirse en generalidades. Ya será la ética del artista la que haga estos abordajes con el rigor con el que debe hacerlo un profesional.  Además, también hay que entender al proceso de creación como un proceso de investigación basado en la práctica, batalla que hace tiempo se libra en el ámbito universitario.

¿Cuáles son los retos que enfrenta la correspondencia entre la idea y la obra?
La búsqueda de que el producto final sea afín a lo que uno ha planificado y guarde estrecha relación con el proceso de gestación. En principio las ideas son vagas y amorfas, así que hay que trabajarlas, dejarlas en cuarentena, mirarlas, reconstruirlas y transformarlas. En algunos casos, la idea se cristaliza en el producto final, manteniendo una coherencia muy definida. En cambio en otros no tanto. Hay quienes aseguran que hay que salirse del proceso, cambiar, romper con lo establecido; pues tras entrar en un bache creativo, en donde no se encuentran caminos, es necesario buscar rutas alternativas y soluciones no pensadas para encontrar una solución, precisamente en la ruptura de patrones habituales de pensamiento. Incluso ello puede ser observado. Pero no buscamos dar fórmulas sobre el funcionamiento de la creatividad ni resolver la cuestión, pues no es posible; sino aproximarnos a ella mediante un ejercicio de reflexión.

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