No dejar marcas

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El 13 de mayo de 2009, Guadalupe Castillo González perdió a sus padres y dos hermanos pequeños cuando, a las nueve de la mañana, el tanque de gas de su casa explotó. Con tan sólo 10 años de edad, el accidente le dejó quemaduras en casi el 90 por ciento de su cuerpo. Sus piernas, abdomen, rostro y brazos tuvieron heridas de segundo y tercer grados.

Después de estar tres meses en terapia intensiva y en rehabilitación en la Unidad de atención a niños con quemaduras graves, del Hospital Civil Doctor Juan I. Menchaca, y de “cirugía tras cirugía y trasplantes de piel” —dice la chica ahora de 16 años—, las huellas que dejó la explosión que ocurrió en la colonia Emiliano Zapata, en Tlaquepaque, casi han desaparecido.

“En mi cara ya no tengo marcas y ahorita me encuentro mejor. En realidad no sé por qué fue todo lo que pasó. Dicen que mi mamá estaba cocinando, pero no entiendo bien qué sucedió”, cuenta Lupita, la única que sobrevivió entre los familiares que estaban en la casa, pues su hermana menor estaba en la casa de enfrente, con su abuela.

Después del accidente, Lupita debió trabajar para aceptar su nueva imagen física, pero también para saber manejar el rechazo de su hermana pequeña, compañeros de la escuela y conocidos. Por eso afirma que en su proceso ha sido fundamental el apoyo psicológico que le han brindado en el hospital: “Antes estaba en una situación muy deplorable y gracias a la doctora Rebeca —su psicóloga— he salido adelante. Al saber todo lo que me había pasado, sentía mucho coraje, maldecía a cada uno de mis doctores, porque, como ustedes saben, es algo muy difícil”.

Hoy Lupita estudia la secundaria y vive con una tía paterna, “con el sueño de estar bien junto a mi hermana. Como todos, quiero estudiar y viajar. Sólo pienso lo importante que es amar a tus padres y respetarlos, porque estando chico a uno todo se le hace fácil. Estoy viva y tengo una oportunidad”. Lleva una vida íntegra y tiene ganas de luchar. Su intención es ser psicóloga, “como Rebeca, para ayudar y acompañar a otras personas. Fue una experiencia que me fortaleció”.

Cuidados permanentes
Lupita es una de las aproximadamente 250 menores que atiende cada año la Unidad de atención a niños con quemaduras graves, del Nuevo Hospital Civil. En sus 10 años de existencia, el área médica ha atendido a miles de infantes que por accidente o maltrato han sufrido quemaduras, pero en la actualidad son alrededor de mil 500 a dos mil los que continúan recibiendo cuidados psicológicos o cirugías de manera esporádica.

“En promedio, el 50 por ciento de nuestros pacientes continúa viniendo a cirugías. Nuestro compromiso institucional es verlos hasta que tienen 18 años, pero tenemos algunos casos que hasta los 21, dependiendo de sus necesidades. Es importante este tema. Durante años damos un seguimiento psicológico al paciente y atendemos las cirugías que sigue requiriendo”, explicó Ariel Miranda Altamirano, jefe de la unidad.

Esta es una de las mejores de América Latina. Tiene una capacidad de seis camas, con un promedio de ocupación de 110 por ciento. Nueve de cada 10 pacientes que atienden son menores de cuatro años. Al 29 de mayo de este año habían atendido 112 niños. La cifra en el mismo período el año anterior fue de 88.

Ángel Ramón es un niño valiente que se encuentra en la Unidad de atención a niños con quemaduras. Tiene ocho años y sus brazos totalmente quemados. El 15 de diciembre su mamá, Alejandra Núñez, calentó agua en la estufa para meterlo a bañar. Los tres segundos en los que volteó para tomar una toalla bastaron para que Emiliano metiera los brazos a la tina con agua hirviendo. Quería sacar el carrito que se le había caído al agua.

“Él es quien me hace fuerte. Es más valiente que yo. Duró internado un mes. Los dos meses después hemos venido cada ocho días y ahora ya venimos una vez al mes. Hoy, porque necesitamos que le quiten unas grapas, porque lo operaron, porque no quería mover los brazos y se pegó su piel”, cuenta su madre.

Ángel Ramón vive con sus padres en la colonia Emiliano Zapata, en Tlaquepaque. Regresó este 10 de junio al hospital para ser sometido a una segunda cirugía. Conoce a todos los doctores y enfermeras del área y sabe los procesos que le hacen. Llora y repite que su piel “le pica”, pero no deja de mencionar que “él es el valiente”. Es posible que requiera otra operación en sus dedos.

Teresa Chávez Velarde, médico adscrito a la unidad, mencionó que “la mayoría de los pacientes que atienden son pobres, no cuentan con todos los servicios, cocinan con leña, por lo que lo más común es que se quemen con agua caliente”.

Datos de la Unidad indican que los infantes en su mayoría provienen del municipio de Tonalá. No obstante, atienden de manera frecuente casos de Michoacán, Zacatecas y Nayarit.

Éstos, como todos los que llegan a la unidad, son atendidos por el Área de Atención Psicológica. En cuanto se interna un paciente en el área de urgencias, tratan por igual a los familiares.

“Es un acompañamiento permanente durante su hospitalización. Nunca te programas para un cambio traumático, para el dolor por la pérdida de alguien o de tu salud, de tu imagen y tu identidad. Por eso nuestra intención es aportar al paciente y familiares herramientas para el futuro”, explicó la encargada del área, Rebeca Valadez González.

A Quique, un pequeño de seis años que vive en Ixtlahuacán de los Membrillos, le amputaron tres dedos de la mano derecha porque se quemó al tocar una parrilla donde calentaban agua.

Quique fue apodado en la escuela como “El Mocho”, por lo que golpeaba a sus compañeros. Antes de su accidente, su tío, una figura paterna importante, falleció. “Cuando estuvo hospitalizado, parte de sus alucinaciones era ver a su tío. Por eso trabajamos con su mamá, pero también con el niño, y así la familia lo enfrenta de mejor manera”, comentó la psicóloga.

La tarea de Quique ahora es pararse frente a su grupo en la escuela y platicar cómo sucedió el accidente. Además de reinsertarse en el grupo, podrá sensibilizar a otros niños.

Los cuidados que los pacientes reciben son constantes y pueden durar varios años. Rosa Isela, quien fue la primera paciente que atendió la unidad, a la fecha continúa recibiendo atención. La pequeña a los tres años sufrió una quemadura por fuego directo. Una de sus principales secuelas fue psicológica. “Decía que veía al demonio por todas partes. Además del miedo al fuego, temía a su figura paterna, ya que su padre sufría alcoholismo. Trabajamos para que enfrentara la vida e identificara sus miedos”, explicó la psicóloga. Hoy, Rosa Isela tiene 16 años y vive en Oblatos.

Colaboración con el Hospital Shriners
La Unidad de atención a niños con quemaduras graves realizó el pasado 6 de junio evaluaciones médicas a 50 niños con quemaduras graves, en coordinación con ocho especialistas del Hospital Shriners, con sede en Galveston, Texas, entre cirujanos, enfermeras, psicólogos, rehabilitadores e investigadores. Seis niños fueron programados para cirugía reconstructiva en el hospital universitario.

Francisco Martín Preciado Figueroa, director del Hospital Civil Doctor Juan I. Menchaca, informó que en estas clínicas de valoración médica han realizado evaluaciones en 32 ocasiones desde 1999, una vez por semestre, labor que se traduce en “aprendizaje mutuo y mejor atención para los niños que sufren quemaduras en el occidente del país”.

En México, pero también en el ámbito internacional, las escaldaduras por contacto con líquidos calientes, el fuego y la electricidad, son las principales causas de quemaduras. Michael Serghiou, especialista en rehabilitación del Hospital Shriners, mencionó que “en Estados Unidos se envuelven otros problemas, como abuso infantil”.

Para los expertos de Estados Unidos es importante capacitar a especialistas en cuanto a la atención de emergencia en caso de quemaduras. A la fecha, el Hospital Shriners ha atendido emergencias como la explosión del Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, ocurrida el 29 de enero del presente y que destruyó el 70 por ciento de las instalaciones.

Este equipo también ha realizado clínicas de evaluación en Monterrey, Toluca, Ciudad de México y Veracruz, y en países como Belice. Desde 2010 han capacitado a alrededor de 160 profesionales para atender a pacientes quemados, incluidos los del Hospital Civil de Guadalajara.

¿Cómo atender una quemadura?
En México, más de 30 mil niños al año sufren quemaduras, principalmente en el periodo de vacaciones. Los manejos de urgencia recomiendan que en caso de quemadura lo primordial es enfriar al paciente con lienzos, como sábanas húmedas con agua templada, y no con hielo, para permitir que la quemadura no profundice. Los especialistas indican que los remedios caseros no son efectivos en estas emergencias.

Por ello es prioritario que el paciente sea trasladado a una unidad hospitalaria.

En el caso del Hospital Civil el promedio de estancia hospitalaria es de 14 días y medio y el costo de atención por día es de alrededor de 15 mil 900 pesos por cada paciente, sin contar los insumos e injertos que llegan a necesitar.

Por el alto gasto que representa para el sector salud y las familias, y principalmente por el sufrimiento para los pacientes, Michael Serghiou considera que es prioritario informar y promover la prevención de este tipo de accidentes.

Algunas recomendaciones son: no dejar líquidos hirviendo al alcance de los niños, no perder de vista a los infantes en ningún momento, evitar que utilicen objetos como cerillos y encendedores, impedirles el uso de contactos eléctricos, el paso a azoteas, cocinas o lugares de la casa que representen peligro, así como no jugar con fuegos artificiales.

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