Los escenarios de la ciencia en México

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La inversión a la ciencia en México es insuficiente, y las consecuencias de seguir sin hacerlo serán tener un país rezagado y una sociedad condenada a una vida no libre.
Durante su conferencia magistral “La ciencia en México, hoy y mañana”, en el marco de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, de la Universidad de Guadalajara, el investigador nacional de excelencia, Ruy Pérez Tamayo, dijo que México es el país que menos gasta en ciencia y tecnología de las 27 naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Pese al abandono del gobierno y a las crisis económicas, la ciencia en México ha crecido, principalmente en los últimos 50 años. Por ejemplo, en 1900, la comunidad científica era nula, pero en 2000 ya sumaba 7 mil 466 miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Sin embargo, en el país había menos de un científico por cada 10 mil habitantes, cuando Turquía tenía 7, Francia 59 y Estados Unidos 74. Aún representa “una comunidad minúscula”, afirmó Pérez Tamayo, pero con “una conciencia sobre la importancia potencial de la ciencia y el desarrollo del país”.
“Cuando comparamos el estado de la ciencia en México a principios del siglo XX, en 1900 con lo que mostraba el año 2000, las diferencias son notables y ocurren en todos los niveles en sentido positivo. Al iniciarse el siglo, la comunidad científica mexicana no tenía posibilidad alguna de crecimiento, los recursos para financiarla no existían, su productividad se limitaba a repetir lo que venía del extranjero, especialmente Francia. Había algunas excepciones y la situación no mejoró hasta la segunda mitad del siglo XX, en que empezaron a consolidarse grupos de investigadores y se formaron escuelas de diferentes especialidades”, explicó.
En su conferencia dijo que el interés en este campo por parte de los gobiernos comenzó en 1970, gracias a la insistencia de las universidades y de la comunidad científica, por lo que poco se ha hecho por el desarrollo de la ciencia por iniciativa propia de las autoridades y del Estado. “Todo esto ante la indiferencia, cuando no la abierta hostilidad del Estado”. Muestra de ello es que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Academia Mexicana de Ciencias y otros organismos científicos mexicanos, fueron idea o iniciativa de la sociedad científica y no de los gobiernos. “El Estado no pudo menos que aceptar la situación y seguir las direcciones señaladas por los grupos líderes de los investigadores”.
Hay tres escenarios posibles sobre el futuro de la ciencia en México. En el pesimista, los gobiernos seguirán sin invertir en este rubro y sin otorgar becas para jóvenes científicos. Habría una reducción en la excelencia académica y México sería un país rezagado. La sociedad mexicana “estaría condenada a una vida no libre, con religiones que no toleran la libertad del pensamiento”, afirmó el miembro de la Academia Mexicana de la Ciencia en el Paraninfo Enrique Díaz de León.
En un escenario optimista, el Estado destinaría más recursos a la educación pública, promovería un proyecto de desarrollo nacional, habría empleo garantizado, un progreso acelerado de la sociedad y mayor interés en la ciencia por parte de los ciudadanos.
El escenario realista se basa en la historia. Pone en manos de la sociedad civil el destino del desarrollo de este importante tema en México y apuesta por el apoyo a la comunidad científica.
Para aumentar la producción científica es necesario invertir por lo menos el uno por ciento del producto interno bruto (PIB) y no el .4 por ciento como sucede actualmente, aseveró Héctor Raúl Pérez Gómez, rector del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) y quien presentó al ponente de la conferencia magistral.
Ruy Pérez Tamayo ha trabajado en la ciencia durante 69 años. Nació en Tampico, Tamaulipas, en 1924 y estudió la carrera de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en donde es maestro emérito. Ha recibido varios títulos Doctor honoris causa por diversas universidades de México y es autor de 39 libros de medicina.

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