Lo que no puedes ver en tu casa lo has de tener

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0Un joven no mayor a 16 años se encuentra sentado junto a otros dos compañeros a las afueras de su centro educativo. Por su acento, y la dirección desde donde se subió el video podemos presumir que es un joven centroamericano, panameño según lo declara el mismo en su perfil. Su tez morena, su cabello y ojos oscuros lo asimilan a cualquier joven mexicano. Uno de sus compañeros, por el ángulo de la toma, aquél que graba, le coloca un aerosol con cloruro de etilo en su camisa escolar.
El cloruro de etilo es un anestésico local ampliamente usado en la medicina deportiva por producir efectos bastante rápidos. Y la facilidad con la que puede conseguirse esta sustancia en aerosol, no debe sorprender, se vende sin receta en las farmacias. A continuación el joven inhala la sustancia y sobreviene en él un estado alterado previo al estado de excitación y euforia que el cloruro de etilo produce cuando es usado como narcótico.
Reza el viejo dicho que aquello que no toleramos es lo que con mayor facilidad encontramos en nosotros mismos, o en nuestro círculo más cercano. Sucede entonces que tenemos que reconocer que el libre flujo de información y contenidos en internet lleva hasta las estancias de nuestra casa imágenes de jóvenes lejanos en la distancia, pero cercanos en su vulnerabilidad, imágenes de adolescentes y personas que muestran en pequeños fragmentos de realidad, cómo se viven los efectos de algunos narcóticos.
A través de portales como Google Video, Youtube, o Tutv, jóvenes de Latinoamérica y Estados Unidos comparten sin ánimo aleccionador videos de los momentos en que se encuentran bajo los influjos de la droga.
Para la psicóloga Martha Patricia Ortega Medellín, profesora del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), “si alguien está buscando tener una experiencia con las drogas aunque no hubiera un video que diera los pasos, hablara de las formas y efectos, de cualquier manera lo va a concretar”. Pero, ¿qué sucede en una sociedad donde una modelo internacional, como Kate Moss, o un deportista de alto rendimiento como el beisbolista Manny Ramírez reciben un airado reclamo para después recibir carretadas de dinero debido a la promoción que les da el escándalo por su uso de sustancias prohibidas?
La Ortega Medellín apunta que “hay que voltear a ver qué tipo de sociedad somos”. Añade: “Somos un tipo de sociedad donde la prioridad es hacerlo fácil, hacerlo rápido, tener una ganancia. La inteligencia tiene que ver con poder transar, engañar. Y con el uso cada vez más atrevido de lo que tenemos a la mano. Eso es promovido por la sociedad en la que estamos, nosotros no podemos pedirle a alguien que se abstraiga de todo eso y se comporte de manera moral”.
Estados Unidos, principal destino y mercado de los estupefacientes fabricados en Latinoamérica, vivió un pequeño escándalo durante el 2008, por una oleada de videos en sitios de intercambio que mostraban los efectos de una planta medicinal fumada a manera de marihuana, la salvia divinorum.
El diario The New York Times reportó, el 8 de septiembre de 2008, hasta 5 mil videos documentando los efectos de la planta reconocida como el alucinógeno natural más potente del mundo. La naturaleza de la sociedad norteamericana se reflejó en cada aspecto de esta historia. La Agencia para el Control de Estupefacientes (DEA por sus siglas en inglés), lleva 13 años estudiando la planta, sus efectos y aplicaciones médicas en espera de concluir si debe prohibirla o mantener libre su venta.
Un hombre en la mitad de sus 20 años, prende con un encendedor una pipa para inhalar el humo producido por la salvia divinorum deshidratada. Se sienta en una cama, mientras un amigo le retira la pipa, después de unos segundos exhala el humo. Bastan menos de dos minutos para que la planta conocida como “menta mágica” en el argot norteamericano, haga efecto. El joven se recuesta: “he visto un hombrecillo verde en un bote”, dirá después. El video no muestra ni el río, ni el bote, ni al hombrecillo, tan sólo muestra a un hombre de veintitantos recostado en su cama, reducido a sus reflejos básicos.
De nuevo es necesario acudir a la psicología para explicarnos por qué en una sociedad donde la información es más accesible aún es polémico el uso de los medios para hacer circular la información acerca de las drogas. En una sociedad que no convierte la información en conocimiento, como lo señalara el politólogo italiano Giovani Sartori, ¿qué dice de nuestro modelo de sociedad del desarrollo este uso de la red? Patricia Ortega, psicóloga del Departamento de Psicología Básica, del CUCS, sugiere que “los drogadictos también cumplen una función. El que tú puedas enviciar a una persona también tiene un sentido en el tipo de sociedad como en la que vivimos. Porque si no es así, tienes a alguien que está analizando, un joven que te está cuestionando, que quiere trabajo y mejoras en la calidad de vida. ¿Le conviene eso a ese tipo de sistema? Pues no”.
Sucede que al encender la pantalla de la computadora para tener acceso al contenido en red, olvidamos que antes de que los videos aparezcan en ella, no es más que una superficie brillante y negra que nos refleja a nosotros, y a la sociedad de la que formamos parte.

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