InicioEspecialesLas Tres Gracias nubladas

Las Tres Gracias nubladas

Abundancia, Alegría y Belleza parecen haber quedado atrapadas en el tráfico de la metrópoli tapatía. Pese a formar parte del programa de arte público, la plazoleta donde se ubican las estatuas del artista Sergio Garval permanece cerrada y prácticamente invisible al público, a menos que no se pase a su lado en coche a casi 100 km por hora

-

Los claxons, el humo y el transitar de los autos sobre la Avenida Lázaro Cárdenas envuelven a  la plazoleta Las Tres Gracias, la cual solo puede apreciarse de rapidito al pasar en coche, por una calle en que, pese al tráfico, la velocidad ronda entre los 50 y 80 kilómetros por hora. Las imágenes se distorsionan.

Sobre la calle de Fuelle, en el camellón, un candado y una reja impiden el  acceso a dicho espacio mediante las escaleras o el elevador, situación contradictoria si se considera su cercanía con el Parque de la Liberación… 

Aunque en Google Maps se indica que el horario de visita es de 10:00 a 16:00 horas, en  un puesto de hamburguesas cercano, la vendedora y los comensales señalan que  el espacio ha estado cerrado: “Solo está abierto cuando lo quieren presumir”, se quejan.

La Plazoleta Las Tres Gracias fue inaugurada en abril del año 2021, tras más de tres años, luego de que 2017 inició su construcción. Ese retraso incluso le valió multas al autor de las esculturas que se encuentran en este lugar, el artista plástico Sergio Garval.

 Y así estos tres monumentos se sumaron al Programa de Arte Público del Ayuntamiento de Guadalajara: La Abundancia, una mujer que monta una bestia que simboliza la locura; La Alegría, que trata sobre la bestia de la ceguera, y La Belleza, montada sobre la bestia de la muerte. Las obras escultóricas conectan con un elemento alusivo a la ciudad de Guadalajara: las rosas.

Al respecto, Dolores Aurora Ortiz Minique, artista plástica y directora de la División de Artes y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, señala que la ubicación y el entorno son muy importantes en la escultura pública: “El escultor debe ordenar un espacio que contiene aspectos ajenos a la escultura y que compiten con ella: cableado, anuncios espectaculares, luminarias, bancas, postes”, señaló.

Y es que para ver estas obras artísticas la “competencia” es mucha. Desde abajo, como peatón, a pesar de mirar con ahínco hacia arriba es imposible apreciar las esculturas y ver a detalle los elementos que la caracterizan. De entrada, la estructura elevada de la plazoleta  hace que el puente las invisibilice.

En este tenor, Ortiz Minique aborda la importancia del contacto con el espectador: “La escultura urbana  (…) está hecha para la gente y es la gente la que le devuelve su significado; al verla interviene, interroga y expresa sus puntos de vista”, compartió.

La académica y escultora agregó que en el arte, aunque exista por sí mismo, es indispensable el papel de los espectadores, quienes activan realmente la producción cultural. Comentó también que el arte puede generar una apropiación colectiva, que justamente es uno de los propósitos de la escultura en la calle.

“Las instituciones políticas se deben preocupar por promover el arte en las calles, lo que sería un potencial importante para la integración social”, agrega Ortiz Minique.

De día y de noche el mismo bullicio. Cerrado. Un grupo de trabajadores de la construcción, que compone algunos desperfectos en la banqueta frente a una farmacia, se sorprende de la pregunta: ¿Han visto abierto este lugar? Niegan con la cabeza y continúan con sus labores. ¿Será posible que los vecinos de las colonias cercanas de Tlaquepaque y Guadalajara sientan este espacio suyo? No hay ninguna parada de autobús cerca; la farmacia parece ser el único punto de reunión de transeúntes en el cruce de estas calles. El ruido de los autos continúa.  

Más