Las similitudes de género

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Couple Looking at Each Other

Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. Ellas hablan más y nosotros menos. Nosotros somos más rudos y ellas más empáticas, etcétera. Hombres y mujeres somos, obviamente, diferentes, pero es probable que las diferencias sean más una exageración o una invención que una verdad probada.

La patada de salida
Los niños son más inquietos que las niñas. Patean, agitan sus brazos y corren más que ellas. Existe la idea de que incluso desde el vientre materno se expresan estas diferencias, aunque no todos los estudios de ultrasonido realizados confirman esta hipótesis, pero lo que sí se ha demostrado es que los niños son 69 por ciento más activos que las niñas al año de haber nacido (Eaton y Enns, 1986).
Una de las razones que se han propuesto para esta diferencia es la presencia de testosterona, la cual parece iniciar esta intranquilidad en los hombres, pero después de los seis meses y hasta la pubertad, la diferencia entre niños y niñas en los niveles de la testosterona es mínima, a pesar de que los niños siguen siendo más activos que las niñas.
La diferencia parece provenir de la manera en que se educa a los hijos. Al parecer las mamás sancionan más las actividades físicas de las niñas que de los niños, mientras que los papás alientan que los niños hagan acciones arriesgadas.
Los amigos pueden ser otra fuente de diferencias. Los niños más energéticos son bien vistos por los otros niños, mientras que una niña demasiado activa es relegada por sus otras amigas. En general se ha visto que las niñas realizan juegos físicos más tarde, dejan de jugar más pronto y forman menos equipos que los niños. Todo esto es fomentado por padres y amigos.

Los juguetes
En general a los niños les gustan más los camioncitos que las muñecas. Pero esta diferencia no es tan clara en la primera infancia, en la que se ha visto que los niños pueden llegar a jugar con Barbies. Una vez más la diferencia puede ser resultado de las hormonas (niñas a las que se les ha expuesto a altos niveles de testosterona prefieren juguetes de niños), pero esto parece que es responsable de sólo el impulso inicial.
Más allá de este sesgo innato, las preferencias de juguetes parecen el resultado de la presión social. Un experimento publicado en 1992 pone en evidencia la influencia social en la elección de los juguetes. Niños de primaria escogieron un juguete “menos deseable” después de ver un anuncio en que un niño de su mismo sexo elegía ese juguete, mientras que un niño de diferente sexo elegía el juguete que se supone era más deseable para él por su sexo (Frey y Ruble, 1992).

La agresividad
En general los hombres somos físicamente más agresivos que las mujeres. La diferencia suele ser atribuida a la presencia de testosterona, tal y como lo indica un estudio realizado por John Archer en 2006, aunque este mismo estudio señala que las diferencias entre sexos son más sutiles, ya que a los tres años de edad las niñas son tan agresivas que los niños y en la adolescencia, cuando vuelve a aparecer la testosterona, la agresividad de los varones no aumenta de golpe.
La agresividad y la empatía están inversamente relacionados: a mas empatía menos agresividad y viceversa. Así como los hombres sacan más puntuaciones en cosas como actividad física, las mujeres son más empáticas que los hombres (Eisenberg y colaboradores, 1989).

Habladoras
La psicología popular dice que las mujeres hablan hasta tres veces más que los hombres. Es un mito. En un estudio famoso de Mehl y colaboradores, de 2007, grabaron a miles de hombres y mujeres y contaron las palabras que dijeron. Se encontró que no hay prácticamente diferencia entre unos y otros.
Se suele decir que las mujeres utilizan más ambos hemisferios que los hombres al momento de hablar. Esto no ha sido corroborado en los estudios realizados. Por ejemplo, Iris Sommer publicó en 2008 un estudio con resonancia magnética funcional y no encontró diferencias.

Pensar en tres dimensiones
Se dice también que los hombres somos mejores en las habilidades espaciales, por ejemplo, para manipular objetos, adivinar trayectorias y rotar objetos mentalmente. Una vez más, las diferencias son mínimas en los niños y se van acrecentando a lo largo del tiempo (Moore y Johnson, 2008).
En apoyo de esta noción hay dos estudios: uno realizado en 2007 (Kucian y colaboradores, 2007) en el que se vio que los cerebros de niños y niñas en las tareas de rotación mental se activan de manera similar. El otro fue publicado en 2006 (Gizewski y colaboradores) y encontró diferencias entre hombres y mujeres. Es decir, pareciera que las diferencias entre hombres y mujeres se van ampliando conforme crecen.
Esto ha llevado a pensar que las diferencias que encontramos entre los hombres y las mujeres se deben mucho a la cultura. Por lo tanto, debemos saber cómo emergen estas diferencias sexuales para reducir estereotipos peligrosos, minimizar las discrepancias que son un problema y ayudar a los niños a desarrollar todas sus capacidades.

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