Las imágenes de la escritura

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Los libros dejan las estanterías para tomar forma de collage sobre un muro. La variedad de colores es tan grande como los idiomas en los que están escritos. Todos los títulos de Mario Vargas Llosa se atropellan, superponen el azul, la edición rusa; el púrpura encendido, la versión inglesa; el castellano en verde, y el francés, opalino. Los dibujos, las fotos y tipografías que dieron nombre y portada a sus más grandes novelas, hoy se muestran como un objeto artístico.
El Instituto Cultural Cabañas recibe la presencia de Mario Vargas Llosa en la exposición: La Libertad y la Vida. Como parte de las actividades de la Feria Internacional del Libro, el escritor peruano visitó la ciudad y abrió las puertas de tres salas que albergan por vez primera en México, objetos que cuentan parte de su historia personal. La trasgresión, el sueño y la enérgica voluntad que han marcado la obra del autor peruano, ahora se manifiestan a través de la épica de sus personajes novelescos y teatrales; de los extraños escenarios y las calles comunes en las que a lo largo de su vida, Vargas Llosa ha formado su identidad individual y creadora.
La exposición La Libertad y la Vida surgió en la Pontificia Universidad Católica del Perú, institución que junto a la editorial Planeta han llevado estas caras de Vargas Llosa a distintas ciudades del mundo. Ahora es el turno de Guadalajara. El autor hispano-peruano afirmó que si bien ha estado en la FIL en tres ocasiones, esta visita, gracias a la exposición, será la más significativa.

ílbum familiar en vitrina
La idea de caminar entre objetos simples, cotidianos, retratos de familia y libretas abiertas, nos hace pensar en una casa museo. Esos espacios arquitectónicos que deben su fama a que fueron la habitación de un gran personaje. Con la muerte del artista los espacios se abren y permiten que el morbo, el gusto, el interés por la escritura y sus procesos y hasta el fetichismo, conviertan a lectores y admiradores en romeros entusiastas en busca de una preciosa reliquia. Ahora no se trata de un autor desaparecido ni de una casa que él habitara, sino de la presencia efímera de cosas y evidencias de un hombre que sigue escribiendo, que en ocasiones viaja junto a sus recuerdos para revisitar aquello que salió de los cajones de sus muebles, de las paredes de su estudio, de sus archivos personales.
En las vitrinas iniciales aparece un pequeño cuadro celeste que da fe del primer sacramento que el niño Mario Vargas Llosa recibiera. También se exhiben diplomas y menciones de honor del colegio salesiano en el que cursara sus primeros estudios en Arequipa. Todo son testimonios de la existencia, así como de los rituales sociales y culturales del narrador peruano. Fotografías de familia: Mario niño y adolescente siempre al lado de sus tíos, sus abuelos maternos, de su madre. Los parques, las casonas viejas, los días de infancia en una ciudad que era también un campo abierto.

La capital cultural latinoamericana
El recorrido se indica con la claridad de unas huellas blancas que no son sino cartas, hojas sueltas escritas al autor hace más de 40 años. Octavio Paz escribió alguna vez que París era la capital de la cultura de América Latina y se refería justamente a los años 60, cuando además de ser profesor de español en la academia Berlitz, Vargas Llosa compartía sus textos con Fuentes, García Márquez y Cortázar entre otros. En uno de esos testimonios, Carlos Fuentes le cuente, desde Nueva York, que no se preocupe por las críticas que con tanto afán le dedican. “En México es muy chic atacarme, como a ti en Perú y a Julio en Argentina. Si no eres rojo y subvertido, eres decadente e invertido y todos con buena conciencia. ¡Ay la latinidad!, un abrazo muy fuerte: Carlos Fuentes.” Cortázar también le escribe para comentar los textos que Vargas Llosa le pidió revisara. Sólo tiene halagos para su estrategia narrativa y la forma en la que incluye diálogos en los apuntes que luego se convertirían en la novela La casa Verde.

Periodista y lector
Una de las salas se concentra en la faceta periodística que ha desarrollado Vargas Llosa. La prensa, la radio y la televisión de distintos países han recibido su opinión. Como reportero, cronista y columnista ha demostrado una postura clara respecto a los derechos humanos, a los procesos independentistas, a la relatividad democrática de los Estados neoliberales, a las guerras civiles y la explotación de grupos vulnerables.
Un área pequeña presenta su famosa campaña electoral, cuando en 1990 compitiera por la presidencia de su país con el tristemente célebre Alberto Fujimori. Es posible ver y escuchar los discursos de Vargas Llosa, sus paseos por las calles de Lima acompañado por multitudes, sus arengas, sus recorridos por el Perú más pobre, el indígena, el industrial.
El viaje por la vida de Mario Vargas Llosa se detiene cuando aparecen los escritores que le han marcado. Joanot Martorell con su Tirante El Blanco, Tolstoi cuya obra prefiere por sobre todos los rusos, Thomas Mann, Flaubert a quien debe La orgía perpetua, William Faulkner y Juan Carlos Onetti, con quien comparte la idea de que la ficción es el mundo alternativo donde es posible defenderse de la intolerante asfixia de la infelicidad.
La exposición permanecerá abierta hasta el 3 de enero de 2010.

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