Las aguas subterráneas en Guadalajara

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José Arturo Gleason es un líder en materia de protección al ambiente. Siempre con propuestas novedosas y siempre promoviendo la protección del agua. En su haber tiene por lo menos tres títulos universitarios: ingeniero civil, maestría en ingeniería hidráulica y doctorado en urbanismo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha visitado numerosos países con la intención de estudiar sus métodos de administración del agua en sus capitales.
Cuando habla tiene datos precisos a la mano. Cuando imparte una conferencia, la sala se llena de jóvenes de todas las edades, se escucha su algarabía y, aunque muchos de los asistentes sean mayores, generalmente la audiencia rebasa el cupo de los asientos disponibles y tenemos que habilitar bancas, asientos y lo que haya.
Cuando Gleason habla, “parece que más que invitar a proteger el agua, nos invita a disfrutar de la naturaleza que nos espera fuera de la sala de conferencias, para cobijarnos con mantos de flores”. Por lo menos eso me dijo una de las biólogas que lo escuchan con mucha atención, entre los jóvenes de diversas disciplinas que se dan cita en cada conferencia que presenta este doctor en urbanismo en el auditorio del Museo Regional de Guadalajara, uno de los dos antiguos edificios del siglo XVII que todavía están de pie.
Lo que sigue lo entendí en una de sus conferencias: las aguas subterráneas son parte de la precipitación que se filtra a través del suelo hacia los estratos porosos y cuando hay mucha lluvia los satura de agua. Se mueve lentamente hacia los niveles bajos, generalmente en ángulos inclinados (por la gravedad) y eventualmente llega a los manantiales, arroyos, lagos y océanos.
Son tan importantes las aguas subterráneas, que constituyen alrededor del 98 por ciento del agua dulce de nuestro planeta (sin incluir el agua de los casquetes polares). Se calcula que mil millones de habitantes de ciudades asiáticas y 150 millones en América Latina dependen directa o indirectamente de manantiales, pozos y norias.
Después de explicarnos los efectos de la urbanización en los recursos de aguas subterráneas (como se sabe la urbanización en las zonas de recarga produce inundaciones, contaminación de acuíferos y disminución en los ingresos de agua a los acuíferos, provocando la evaporación del agua y su consiguiente disminución), nos mostró gráficamente el abastecimiento del agua a la zona metropolitana de Guadalajara proveniente del lago de Chapala, del río Calderón y de los pozos profundos donde se encuentran las plantas potabilizadoras.
El espacio disponible me da para consignar las reflexiones que rematan la deslumbrante presentación clara y precisa del abastecimiento del agua en la ZMG, y Arturo Gleason afirma que la Conagua, la CEA, la Semades y la Semarnat deben defender la zona de recarga y dejarse de simulaciones, porque la zona de recarga de la ciudad compromete la disponibilidad de agua para las futuras generaciones, entre otros motivos.
Subraya la doble moral de las autoridades, las que por un lado dañan intencionalmente los acuíferos autorizando urbanizaciones e ignorando las disposiciones legales para protección y conservación de los acuíferos, y por otro, muestran alarma sobre la evidente disminución de la cantidad y calidad del agua subterránea.
Para remediar los daños, el doctor Gleason propone restaurar las zonas de recarga de El Bajío que ya han sido afectadas y además implementar un monitoreo de calidad sobre el agua subterránea que permita vigilar su comportamiento para garantizar la calidad y cantidad necesarias para el buen funcionamiento del ciclo hidrológico. Todo lo anterior está fotografiado o esquematizado de manera precisa y comprensible.
Este joven forma parte del grupo de profesores investigadores del Centro Universitario de de Arte, Arquitectura y Diseño y creo que podemos inventariarlo entre las numerosas riquezas de que dispone esta Universidad.

*Divulgadora científica. Unidad de Vinculación y Difusión de la Coordinación de Vinculación y Servicio Social

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