La soledad en azul

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Es Guadalajara una ciudad importante para Ernesto Contreras, director originario de la ciudad de México, y que obtuvo en la XXII edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, celebrada el año anterior, gran parte de los reconocimientos, incluído mejor largometraje iberoamericano de ficción y el premio Mezcal, integrado por un jurado joven y otorgado a la mejor película mexicana. Es así como en esta misma ciudad, el director treintañero estrena Párpados azules, su ópera prima, largometraje que ha dado la vuelta al mundo.
A partir de que fue multipremiada en Guadalajara, esta película, que el propio director define como “anticomedia romance”, comenzó a tener sus mejores momentos. Fue seleccionada para la Semana de la crítica del Festival de Cannes, invitada posteriormente a festivales como el de San Sebastián, Tesalónica, La Habana, Bélgica, Río de Janeiro, Biarritz y Tokio. “Fue un año muy intenso, en el que la película recorrió el mundo”.
Recuerda especialmente el festival de Tokio. Era un reto para el director exhibir su película en esa ciudad con una cultura muy distinta. “Tokio representaba la oportunidad de presentar la cinta al otro lado del mundo, en un lugar en el que nunca había estado, en una cultura que no sabía cómo iba a leer la película”.
Sin embargo Párpados azules obtuvo lo que Ernesto esperaba: “fue muy interesante ver que justamente la misma respuesta que había tenido en Guadalajara, se dio en Tokio. Los comentarios, las preguntas, las dudas o las felicitaciones eran casi siempre las mismas con respecto a cómo la gente se siente identificada, conectada con la historia. Para mí es muy emocionante eso, porque la película habla de la soledad, que es un tema universal”.
El filme trata de una mujer que gana un viaje para dos personas a una playa exótica (Salamandra); sin embargo no tiene con quién compartir su premio, porque es una mujer solitaria, por lo que termina invitando a un completo desconocido. ¿Es importante para el amor un escenario paradisíaco? Es la pregunta que plantea Ernesto Contreras, y el mensaje que proyecta en su película.
Al respecto, comenta que “tiene que ver con algo muy sistemático de nuestra época, que es por un lado la soledad y, por otro lado, la posibilidad y la imposibilidad del amor… hemos visto muchas historias de amor, muchas comedias románticas, y yo quería hacer una película que hablara de eso, pero desde otro ángulo”.
Parpados azules es una historia que también tiene su historia. Surge de una anécdota personal de Carlos Contreras, hermano de Ernesto y realizador del guión. “Él hace algunos años estaba pasando por una crisis existencial, solitaria y demás. Viendo televisión, de pronto aparece un anuncio de un concurso en el que de acertar a unas preguntas se premiaba con un viaje para dos personas a un lugar exótico del mundo; él sabía las respuestas, pero pensó también que si ganaba, ¿con quién podía compartir ese viaje? Cuando me contó eso pensé que ese era un punto de partida para realizar un primer largometraje”.
Comenta Ernesto que lo terminó de convencer la historia porque además de tocar temas muy humanos como la soledad y la necesidad de estar con alguien, era sencilla de realizar. Se necesitaban pocos personajes, y las locaciones eran accesibles, podía filmarse en la ciudad de México. Después de pasar dos años desarrollando el guión, Ernesto se topó con el problema con que todo director joven se topa: el financiamiento.
No obstante, el realizador ha sabido encontrar el camino adecuado para desarrollar sus proyectos. “Comenzamos a tocar puertas y afortunadamente lo primero que sucedió fue que participamos en el Primer Encuentro Iberoamericano de Coproducción del Festival de Guadalajara, en 2005, en el que obtuvimos el premio principal, que consistía en el apoyo de diversas empresas. Eso nos permitió que otras compañías apostaran a lo que iba a convertirse en Párpados azules, de tal forma que en 2006 filmamos y en 2007 estábamos presentándonos en el festival”.
Ernesto se muestra muy optimista ante la situación actual del cine mexicano. A pesar de que algunos cineastas comentan que el cine nacional atraviesa por muchos conflictos porque en realidad no es industria y no es remunerable, este director menciona que “ahora tenemos oportunidades o posibilidades que hace algunos años no existían. Tecnológicamente ahora uno puede grabar una película en video, y después editarla en su computadora, y luego –si así lo desea– pasarla a 35 milímetros; además ya hay algunos apoyos gubernamentales… cada quien puede armar su propia estrategia”.
En cuanto a sus futuros proyectos, por el momento se mantiene ocupado en la realización de un documental sobre la banda Café Tacvba, que espera presentar el próximo año, cuando la agrupación cumpla sus 20 años de trayectoria. También trabaja en dos posibles largometrajes: “hay un par de ideas, completamente distintas a Párpados azules. Podría ser una historia de horror psicológico”.
Este director espera que con la presentación de su película en los cines de Guadalajara, siga obteniendo las mismas satisfacciones que esta ciudad le ha dado: “Esta ciudad para mí es especial, porque desde 1999 me presenté por primera vez con el corto Hondas hertzianas. Ahí obtuve el Mayahuel a mejor cortometraje de ficción. Después en 2000 obtuve el Mayahuel a mejor cortometraje de ficción con el corto El milagro… Tuve la oportunidad de regresar este último festival como productor, presentando un documental que se llama Los últimos héroes de la península, de José Manuel Cravioto… ha sido una ciudad muy especial”.

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