La sociedad jalisciense eterna rehén de los permisionarios

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El problema de la movilidad de personas en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) cumple ya cerca de 30 años y, lejos de resolverse, se agrava más cada día. Esto se debe a dos razones principales: por un lado a que el sistema de transporte público (STP) escogido no ha sido el más adecuado y a que tampoco está bien administrado; y por otro lado se debe a la enorme carencia de infraestructura vial.
La falta de visión de los gobernantes y líderes de Jalisco y los intereses creados ha impedido que la ZMG cuente con un sistema de transporte público adecuado. El que se tiene, por el contrario, es ineficiente, caro, peligroso e inseguro, desordenado y caótico, incómodo, contaminante y tardado. La causa se deriva, en primer lugar del carácter monopólico y de la forma de administrarlo. Es verdad que conviene que un STP sea un monopolio debido a que es lo más eficiente, socialmente hablando. Es decir, sería impensable porque sería mucho desperdicio que tuviéramos varias empresas que estuvieran competiendo entre sí en cada una de las rutas puesto que la porción de pasajeros que le tocaría a cada cual sería muy reducida y por ello ninguna ganaría lo suficiente para sostenerse. Lo malo de un monopolio de este tipo es que no sea controlado correctamente, ya que un monopolio sin control se aprovecha de los consumidores fijando el precio a su arbitrio y ofreciendo un servicio de mala calidad.
El control de un monopolio como el que tenemos en la ZMG tiene que estar en manos de un comité de ciudadanos que se mantengan totalmente al margen de los intereses involucrados, porque ellos deberán fijar, a través de estudios técnicos objetivos, la política de precios y de calidad a la que deberá sujetarse el monopolio. No existe un comité así en el caso del STP de la ZMG, por tanto, las autorizaciones de alzas de tarifas son el resultado de la presión política y del chantaje que el monopolio ejerce sobre el gobierno y sobre la ciudadanía. Lo raro es que las autoridades cedan tan fácil y tan pronto a los caprichos de los permisionarios, lo cual despierta suspicacias para muchos. Estas suspicacias tienen que ver con voces que hablan de enormes sumas de dinero aportadas por los permisionarios a las campañas políticas del partido en el gobierno. También hablan de políticos y funcionarios gubernamentales que poseen concesiones del STP, lo cual significaría que quienes deberían ser la solución son parte del problema. Ambos rumores, de ser ciertos, significaría que el gobierno no es rehén, sino cómplice.
Con el macrobus, que será la nueva modalidad para la movilidad de personas, el monopolio se fortalece, porque no es una empresa distinta la que proporcionará este nuevo servicio, sino que será el mismo que controla actualmente el monopolio del transporte público. En economía, el poder proviene de la escasez y hoy por hoy y en el futuro cercano la escasez, en materia de transporte público, la controla un tal Higareda.
¿Cuánto tiempo más la ciudadanía tolerará un STP que le genera tanta pérdida en sus recursos de tiempo y dinero y en su calidad de vida? ¿Cuánto tiempo la ciudadanía seguirá tolerando los malos tratos de los conductores? ¿Cuántos más atropellamientos y muertes tendrán que ocurrir? No lo sabemos, pero de la ciudadanía y sólo de ella depende la solución eficiente al problema de la movilidad de personas. ¿Es realmente imposible contar con un STP que llegue a tiempo según el horario marcado en cada parada, que no atropelle ni mate a nadie, que tenga un precio justo, que llegue a todos los puntos de la ciudad, que sea cómodo y que no contamine? Claro que no, porque existe incluso en ciudades de menor desarrollo económico que la nuestra.
La otra causa de la ineficiencia del STP es que la ZMG adolece de la infraestructura vial adecuada al tamaño de su población. A pesar de que la ZMG no tiene una gran extensión territorial, transitar por ella se ha convertido en un verdadero infierno debido a que no existen vías alternas rápidas. Las pocas que existen se cuentan con los dedos de las manos y todas están congestionadas prácticamente a cualquier hora del día. Esta carencia es muy grave para una ciudad que tiene más población que muchas capitales de países desarrollados.
Por lo pronto, si no se puede controlar al monopolio del STP por lo menos se debería iniciar una política de desarrollo de ciudades medias que permitiera la desconcentración poblacional de la ZMG. Estoy hablando de una estructura de ciudades al interior del estado que tuviera todos los servicios y que sus pobladores pudieran trasladarse de manera rápida a la ZMG cuando lo necesitaran. Esta estructura de ciudades requeriría de medios de transporte modernos, rápidos y eficientes. Mientras más se siga invirtiendo en la ZMG en detrimento del interior de Jalisco, más población del estado vendrá a la ZMG y más inversión seguirá demandando en un círculo vicioso que acabará convirtiendo a la ZMG en otro Distrito Federal.

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