La Iglesia metropolitana ante el Covid-19
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Aunque los templos cerraron sus puertas, la actividad de la Arquidiócesis de Guadalajara no ha cesado del todo, adaptándose a las nuevas medidas y la nueva realidad derivadas de la pandemia: cancelación o reducción de eventos masivos, misas on-line y uso de redes sociales ya forman parte también de la labor eclesiástica

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La Iglesia metropolitana tapatía, cabeza de una Provincia Eclesiástica que tiene como sufragáneas a las diócesis de Colima, Aguascalientes, Tepic, San Juan de los Lagos, Ciudad Guzmán, Autlán y la Prelatura del Nayar, abarca unos 23 mil kilómetros cuadrados, casi todos al centro del estado de Jalisco, incluyendo la zona metropolitana de su capital.

Para la atención pastoral territorial de sus habitantes, de ellos unos 5.5 millones de católicos (el 91.4% de la población), su responsable, el Arzobispo y Cardenal José Francisco Robles Ortega cuenta con tres obispos auxiliares, más dos electos y uno por ser nombrado; 500 parroquias organizadas en 50 decanatos y 16 vicarías episcopales, y en ellos capellanías y templos, con un presbiterio de unos 1300 presbíteros, de los que han fallecido, desde que comenzó la cuarentena en marzo del 2020, nueve hasta finales de diciembre, y 21 sólo en lo que va del 3 de enero al 7 de febrero del 2021; de estos últimos casi todos a consecuencia de la peste que ahora nos lacera.

Cabe señalar que estos datos no incluyen a otros agentes de pastoral de tiempo completo que trabajan en ella, pero no están bajo su jurisdicción, especialmente religiosos, varones y mujeres, en buena parte dedicados a la atención de rubros humanísticos y humanitarios, como son hospitales, albergues para menores de edad y planteles educativos en todos los niveles.

Y bien, el desconcierto que produjo en el mundo entero la noticia de la propagación de un virus para el cual la raza humana no tiene anticuerpos, el Covid-19, y la rapidez con la que se improvisaron medidas sanitarias para evitar el colapso del sistema de atención de la salud, trajo consigo una serie de medidas que el Arzobispo condensó a través de la herramienta jurídica de la que dispone para ello, la Carta Circular, de las que sólo en el 2020, entre el 17 de marzo y el 28 de octubre, se dedicaron al tema (bajo los números 11, 12, 13, 14 y 35) con estos elocuentes títulos: «Recomendaciones frente al Covid-19», «Actualizaciones frente al Covid-19», «Semana Santa y Covid-19», «Recomendaciones frente al Covid-19 hasta el 30 de mayo a 20 de abril del 2020», «Nuevas disposiciones del 30 de octubre al 13 de noviembre 2020».

También se tomaron medidas especiales para evitar concentraciones de fieles durante la visita a las parroquias de la zona metropolitana de la imagen de la Virgen de Zapopan y el modo puntual de celebrar el Día del Laico en el lugar donde se construye un santuario en el Cerro del Tesoro, del municipio de San Pedro Tlaquepaque. Un caso especial ha sido la campaña de acopio «Si no lo usas, dónalo» y la Jornada Mundial de los Pobres del 15 de noviembre.

En lo que va del año, se han emitido dos circulares relacionadas con la pandemia: la 10 (Disposiciones de contingencia sanitaria del sábado 16 al domingo 31 de enero de 2021) y la 24 (Se extienden las disposiciones sanitarias del domingo 31 de enero al 12 de febrero de 2021), en todas las cuales se abordan los aspectos operativos más elementales, siempre a tenor de las indicaciones emitidas por los gobiernos federal, estatal y municipal en términos de cuidados sanitarios, pero también, los modos en los que se deben seguir prestando servicios específicos ahora bajo estas circunstancias: las celebraciones litúrgicas sin convocatoria de fieles pero transmitidas por los medios electrónicos, la atención espiritual a los enfermos, incluidos a los infectados por el Covid-19, la administración de los sacramentos en estas circunstancias y la cancelación de todos los actos religiosos que implican concentraciones de personas y, cuando esto tenga lugar, evitando al máximo el contacto físico que pueda propalar el virus.

El órgano rector supremo de la Iglesia en México, la Conferencia del Episcopado Mexicano, por su parte, valiéndose de su Dimensión Episcopal del Clero, que tiene a su cargo el Obispo de Ecatepec, Óscar Roberto Domínguez Couttolenc, M.G., acaba de publicar el subsidio pastoral «El sacerdote ante el gran desafío Covid-19», donde aborda estos aspectos particularmente dirigidos al clero: cuidado y prevención (físico, espiritual y psicológico) y cuidado pastoral, sólo dedicado a este sector que, según lo hemos ya mencionado, ha sufrido bajas, sobre todo en las primeras semanas de este año.

El panorama sigue siendo incierto y los recursos materiales y humanos cada vez más mermados, no obstante lo cual, se advierten signos de esperanza y muy novedosos para cuando se pueda considerar superada la pandemia, en especial en lo relativo al recurso que el confinamiento ha perfeccionado, el de las redes sociales, y a los grupos pequeños pero atentos a la atención de temas de salud pública, cuidado de la naturaleza y administración responsable de los recursos naturales.

En este tenor, el Obispo de Roma, el Papa Francisco, ha observado, junto con su equipo, una línea de acción muy particular y oportuna, el empuje y difusión de lo que él denomina la ‘Cultura del Cuidado’ y el valor intrínseco que sobre ella tiene la educación integral.

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